En un principio se pensó que los niños podían ser uno de los principales vectores de contagio del nuevo coronavirus, sin embargo, más de medio año después del inicio de la pandemia los datos demuestran que no es así.
Esto no significa que ellos no sufran las consecuencias de esta pandemia, tanto en relación a la salud física como a la emocional.
Miedo a acudir a los centros de salud
El temor de los padres a llevar a los niños a los hospital o centros de salud, ha hecho que en algunos casos se retrasara el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades agudas, que han llegado a urgencias en un estado más avanzado en comparación con lo que sucedía antes de la pandemia.
“Algunos niños con enfermedades importantes que a veces los padres no son capaces de intuir han acudido un poco más tarde de lo habitual, por ejemplo, los niños con un debut diabético”, ha explicado la Dra. María José Mellado, presidenta de la Asociación Española de Pediatría (AEP), en la presentación del I Congreso Digital de la AEP.
- En los enfermos crónicos también se ha observado una disminución de las consultas.
“En una encuesta a padres, el 20% de ellos mostraban una cierta preocupación por no acudir libremente al centro de salud. Sin embargo, un 70% consideraban adecuado el cribaje telefónico y, cuando habían establecido un contacto previamente por teléfono, el 90% lo valoraban como adecuado”, explica el Dr. Juan Ruiz Canela, vicepresidente de Atención Primaria de la AEP.
Se relajan las vacunaciones
La pandemia ha hecho que los servicios de atención primaria se tuvieran que adaptar a la nueva situación. Entre las nuevas medidas que se adoptaron está la priorización de las consultas telemáticas, la reducción de las visitas de seguimiento o la interrupción temporal de la vacunación (priorizando a los menores de 15 meses), entre otras.
“Algunas de estas medidas han sido necesarias para facilitar el confinamiento, reducir el riesgo de transmisión y controlar la epidemia. Sin embargo, en algunos casos se han generado efectos indeseables en la población”, indica el Dr. Ruiz Canela.
“Ha habido una caída de las tasas de vacunación especialmente relevante en el caso del sarampión”, señala. Sin embargo, aclara que se están recuperando las vacunas sistemáticas incluidas en el calendario de vacunación y las que no se realizaron durante el estado de alarma.
Por lo que respecta a la vacuna de la gripe en niños, en España se indica la vacunación en los mayores de 6 meses hasta 2 años, y en los grupos de riesgo (asmáticos, con enfermedades crónicas, con inmunodeficiencia).
Con el confinamiento de primavera cayeron las tasas de vacunación infantil
“Hoy tenemos más certidumbre sobre la SARS-CoV-2, pero todavía no hace un año de su irrupción, no sabemos de su comportamiento real en otoño-invierno”, explica el doctor.
Sin embargo, existen algunos indicios sobre lo que ha sucedido en el hemisferio sur que, como apunta el doctor, indican que “el distanciamiento y el uso de mascarilla ha reducido la incidencia de la gripe y otras infecciones respiratorias”.
Cierre de escuelas
En la primera ola, ante la falta de información sobre el papel de los niños en la difusión del virus, se optó por el cierre de las escuelas.
Desde la reapertura de los centros educativos en septiembre, sabemos que este no ha sido uno de los núcleos principales de propagación del virus. “En principio se hacía un paralelismo con la gripe, y se creía que los niños eran el principal vector de contagio”, explica el Dr. Ruiz Canela.
- Sin embargo, la capacidad de contagio del niño, según señalan los expertos, es menor a la de los adultos. Es por ello que el doctor considera que “incluso en situaciones de alta crisis, como en la que estamos ahora, se deberían mantener los colegios abiertos”.
Además, recuerda que la educación es fundamental para los niños y el colegio tiene un importante impacto en su desarrollo emocional y social, por lo que hay que preservarla siempre que sea posible, aplicando medidas de cierre puntual de las escuelas en las que se detecten muchos brotes.
Confinamiento de los niños
Ya durante el primer confinamiento, la AEP pidió que los niños pudieran salir al aire libre, siempre siguiendo las medidas de prevención recomendadas: uso de mascarilla, distancia social e higiene de manos.
En esta segunda ola de la pandemia, si se diera otro confinamiento domiciliario, su posición sería la misma.
“Los niños necesitan interaccionar con su entorno en espacios externos a su hogar”, indica la Dra. Mellado, “es muy importante para que se desarrollen y se oxigenen”.