Los efectos secundarios leves que se atribuyen a las vacunas de la covid, sobre todo ahora que se estan poniendo las terceras dosis, como son la fatiga, el dolor de cabeza, las molestias en el brazo o los escalofríos no son tan habituales como se cree.
Al menos no lo son a causa directamente de las vacunas.
Así lo ha evidenciado un estudio científico que han realizado investigadores de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) con datos de más de 45.000 personas que participaron en ensayos clínicos de las vacunas.
Un 76% de casos son autosugestión
Los investigadores analizaron cuánta gente tuvo efectos secundarios sin que se les pusiera la vacuna real, sino un sustituto, un placebo.
Como sabes, en los ensayos clínicos es necesario un grupo de control, un grupo se le haga creer que se le pone la vacuna, para comparar y se vea qué efectos reales provoca la vacuna y cuáles son casualidad o tengan otros motivos.
Los efectos adversos son autosugestionados en al menos dos de cada tres casos
Lo que han visto es que entre los que recibieron el placebo hubo un 35% que experimentaron en la primera dosis supuestos efectos leves por la vacuna. Con la segunda dosis los efectos los reportaron un 16%.
En el caso de los que recibieron de verdad la vacuna hubo más personas que informaron de efectos secundarios, dado que se sumaron los reales y los autosugestionados.
A las vista de los datos, los autores consideran que:
- Alrededor de un 76% de los efectos secundarios en la primera dosis y casi un 52% en la segunda dosis son autosugestionados.
Más habitual en primeras dosis
Los análisis han tenido en cuenta los efectos secundarios (o “efectos adversos” como los denominan), más usuales y leves. Fueron sobre todo los de dolor de cabeza y fatiga.
Efectos más físicos como hinchazón, dolor o rojez en el brazo fueron menos comunes entre aquellos que no recibieron la vacuna (16%) y los que sí la recibieron (75%).
Para los autores es importante que se tenga en cuenta, dado que estos efectos adversos han sido uno de los principales motivos que han llevado al rechazo a vacunarse de una parte de la población.
- “Los efectos adversos después de un tratamiento placebo son usuales en los ensayos clínicos”, recuerda la doctora Julia Haas, primera autora del estudio.
Estos datos deberían hacerse más públicos en los programas de vacunación, para que la gente sea consciente del verdadero efecto de las vacunas.
El estudio no plantea nada de los casos más raros y serios que se detectaron ya posteriormente a los ensayos, como los trombos y las miocarditis.
Qué es el efecto nocebo
¿Cómo es posible que nos inventemos un efecto dañino o molesto? Pues sí, es posible. Es lo que se conoce como el efecto nocebo.
La ansiedad y las expectativas de daño pueden provocar estas reacciones
La sugestión es un elemento muy importante en las reacciones que experimenta nuestro cuerpo. Nuestras neuronas pueden transmitir una información a los órganos que no se corresponde con la realidad.
- El efecto placebo es la reacción positiva al creer que nos hemos recibido un tratamiento. Y el nocebo es el contrario del placebo.
Lo saben bien los científicos que hicieron los ensayos de las vacunas y que vieron como aparecían casos de dolor de brazo, hinchazón y rojez en la zona cuando solo se les había inyectado una inocua solución salina.
La causa del efecto nocebo sería la respuesta corporal a la ansiedad o a las expectativas de daños que esperamos que creen los componentes de la vacuna.
Hay que informar y tranquilizar
“Explicarles a los pacientes que existen estas reacciones nocebo puede ayudar a reducir la ansiedad y que haya menos casos de este tipo de efectos”, han apuntado los investigadores.
Las evidencias sugieren que informar detalladamente de todos los posibles efectos secundarios impulsan a que los personas atribuyan cualquier reacción a la vacuna, sin analizar otras posibles causas. O que estén hipersensibilizados y atentos a cualquier sensación extraña que les pase.
“La mayoría de investigadores creen que hay que dar menos información al paciente sobre efectos adversos y así se reduce la ansiedad. Creo que no es la solución. La honestidad es lo primero”, ha opinado el doctor Ted Kaptchuk, coautor del estudio.
Los estudios sobre el efecto placebo y nocebo aún crean polémicas, dado que no se conocen bien los mecanismos que llevan a ellos. Ya ha habido voces que han relativizado los hallazgos de este estudio.