Es verano y todo se relaja, también las medidas de prevención de las enfermedades.
Nos merecemos relajarnos. El cuerpo se destensa; la mente se vuelve más pastosa. Cosas que antes nos alteraban a la mínima, ahora no nos importan. Es verano y todo se relaja, también las medidas de prevención de las enfermedades.
Es cierto que nos merecemos un descanso, una desconexión, especialmente después de los duros años que hemos pasado: la COVID y el confinamiento sin duda dejaron secuelas físicas y de comportamiento que aún no comprendemos muy bien. Pero en esto no bajemos la guardia.
Quisiera recordarles, si me permiten brevemente interrumpir su siesta, su paseo por la rambla costera o la excursión a la montaña, que se cuiden.
Tenemos que seguir manteniendo nuestra vigilancia con la salud general, con la exposición a tóxicos y por ejemplo con el lavado frecuente de manos, algo que ya ha demostrado su gran utilidad.
Como médico, no puedo dejar de recomendarles también que tomen el sol con precaución. Eviten la exposición prolongada y, en la mitad del día, usen protectores solares.
Protejan su hígado
No debemos olvidarnos tampoco de otro órgano, este interno, que ahora con el consumo excesivo de grasas y bebidas con alcohol puede sufrir más de la cuenta. Me refiero al hígado.
Este órgano se encarga de filtrar los tóxicos y, al mismo tiempo, fabrica moléculas para otros tejidos. Es el laboratorio del cuerpo humano, una inmensa fábrica situada debajo del pulmón derecho.
Si apoyamos la mano en esa zona, cogemos aire y después lo soltamos, lo podemos palpar. Y cuando alguien tiene una dolencia hepática avanzada es fácil de diagnosticar: su piel se vuelve amarilla. En los primeros estadios de una hepatitis podemos ver esa amarillez en la zona inferior de nuestro blanco globo ocular, separando un poco el párpado.
Diversas afectaciones pueden alterar esa prodigiosa factoría, desde enfermedades genéticas donde falta una proteína metabólica a infecciones, sobre todo de los virus de las hepatitis A, B, C y D. De ahí la importancia de vacunarse contra ellas.
Pero este órgano es también nuestra defensa contra el alcohol y cuando es vencido se desarrolla la cirrosis. El trasplante hepático ha salvado muchas vidas, pero la prevención salvaría muchas más. Y si seguimos exponiéndolo a daños, puede aparecer cáncer de hígado. Acuérdense de vez en cuando de este purificador tan humilde.
Se trata, en definitiva, de cuidarnos hoy para estar bien mañana. Más aún, de cuidarnos para proteger nuestro futuro.
Disfruten del hoy, sin olvidar el mañana
Decía un naturalista en el siglo XVIII que las jirafas tienen el cuello largo porque, a fuerza de estirarlo para comer las hojas más altas, “pasaban” ese rasgo a la siguiente generación. Hoy sabemos que eso no es así, ya que esos cambios adquiridos no afectan a sus células de reproducción (óvulos o espermatozoides).
Pero sí es posible heredar ciertos caracteres adquiridos en la trayectoria vital de los organismos: cuando la alteración llega por la sangre a esas células reproductoras.
Un ejemplo: en periodos de hambruna (como en las guerras) se dieron cambios en las mujeres embarazadas y también en sus fetos, que se adaptaron a sobrevivir pese a esa poca ingesta calórica.
De igual forma podrían actuar tóxicos como el alcohol, el tabaco o la radiación de alta intensidad. Si nos cuidamos nosotros, protegemos nuestro futuro.
Y una vez dicho esto… ¡disfruten a todo pulmón!