Un nuevo estudio de Harvard sugiere que consumir vino con moderación protege del infarto.
El consumo de alcohol, en concreto de vino tinto, es un tema que genera controversia. ¿Es bueno o malo para la salud? Durante mucho tiempo hemos oído que tomar dos copas de vino al día en hombres y una copa en mujeres puede ser beneficioso para la salud cardiovascular gracias a la acción protectora de los antioxidantes del vino tinto.
Pero últimamente los mensajes iban en otro sentido y el consejo era evitar el alcohol porque no hay una cantidad de consumo seguro que comporte un riesgo cero para la salud. ¿En qué quedamos?
La Universidad de Harvard, centro de referencia en el mundo por su excelencia académica, añade ahora algo más de confusión con un nuevo estudio que recupera la idea de que el consumo moderado de alcohol tiene beneficios para la salud.
¿Beber (algo) protege del infarto?
Un estudio observacional realizado entre casi 51.000 personas de una media de edad de 60 años revela que el consumo moderado de alcohol se relaciona con menos riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular. También confirma que las personas que beben con moderación tienen hasta un 22% menos riesgo de infarto de miocardio o de ictus. Los resultados del estudio se han publicado en la revista Journal of the American College of Cardiology.
Esta vez el efecto protector del alcohol en la salud cardiovascular no se explica por sus antioxidantes. "El beneficio podría ser debido a que beber de forma moderada reduce el estrés psicológico", apunta el Dr. Josep Masip, cardiólogo y coordinador científico de la Fundación para la Investigación del Vino y la Nutrición (FIVIN). Y es sabido que el estrés es un factor de riesgo cardiovascular.
El consumo ligero y moderado de alcohol reduciría la activación neuronal relacionada con el estrés, una reducción del riesgo que se duplicaría en los participantes con ansiedad, apunta el estudio.
¿Cuánto es un consumo ligero y moderado? Pues entre una y catorce bebidas a la semana, es decir, como mucho dos copas al día si nos fijamos en la cifra de consumo máxima.
Una copa para combatir el estrés
En situaciones de estrés, una copa de alcohol puede resultar de gran ayuda. Tras analizar los resultados de la Tomografía por Emisión de Positrones (PET) comprobaron que las personas que consumían alcohol de forma ligera o moderada tenían menos activadas las vías cerebrales relacionadas con el estrés a nivel de las amígdalas cerebrales, incluso menos que las que no bebían nada o cantidades insignificantes. El efecto resultó ser aún más beneficioso en personas con ansiedad. Sin embargo, las que consumían más de dos copas al día sufrían una mayor activación cerebral y más estrés.
Conclusión: una copa de vino puede ser buena para el corazón gracias a la capacidad que tiene de reducir el estrés (libera en el torrente sanguíneo sustancias dañinas para la salud cardiovascular). Ahora bien, si la persona no sufre estrés, probablemente este efecto protector del alcohol no es necesario. Y si sufre estrés también hay otras formas de combatirlo, llámase actividades relajantes, ejercicio...
Muchos otros estudios sugieren, en cambio, evitar por completo el alcohol. Una investigación de la Universidad de Oxford revela que el alcohol, por poca cantidad que sea, afecta a la materia gris y a la sustancia blanca del cerebro. El estudio concluye que cuanto más alcohol se consume, menor es el volumen del cerebro. El cerebro se va encogiendo con los años y una disminución de su tamaño se relaciona con el envejecimiento de este órgano y con la demencia.