Investigadores de Cambridge aclaran por qué los hombres hacen menos tareas en casa

Profesores de Cambridge han explicado por qué el cerebro del hombre no ve la necesidad de limpiar como el cerebro de la mujer. Pero eso es debido a que la sociedad nos ha educado de forma diferente. No tiene nada de biológico.

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En general los hombres no ven el desorden de la misma manera que las mujeres.

Pablo Cubí
Pablo Cubí del Amo

Periodista

El fuerte empuje que las mujeres están teniendo en muchos países para conseguir mayores cuotas de igualdad es un fenómeno que no podía pasar desapercibido del mundo de la investigación.

Nada menos que la prestigiosa Universidad de Cambridge se ha planteado analizar uno de los aspectos que sigue marcando diferencias incluso en los países donde la paridad se está alcanzando de una manera más efectiva: las tareas domésticas.

Por qué las mujeres asumen más tareas domésticas

Por resumir las conclusiones a las que han llegado los investigadores, las mujeres hacen buena parte de las tareas de casa porque los hombres no ven el desorden de la misma manera.

Los hombres pueden estar frente a una pila de platos por lavar o ver las migas sobre el mantel y asumir que no está limpio, pero no una necesidad de limpiarlo. Las mujeres, frente a la misma escena, ven un trabajo que ha de hacerse y una urgencia porque se haga.

Es la hipótesis que han planteado dos profesores de filosofía. Apuntan que esta forma de pensamiento está profundamente arraigada en la forma en que nos educan socialmente y que moldea los cerebros de hombres y mujeres de modo diferente desde pequeños.

No hay nada físico en el cerebro que cree estas diferencias de género. “Planteamos todo lo contrario. No hay motivos biológicos. Todo tiene que ver en cómo nos ha enseñado la sociedad”, ha explicado el profesor Tom McClelland, del departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia, uno de los autores del trabajo.

La teoría de las diversas necesidades

Las mujeres sienten la necesidad de que se limpie y los hombres no. Esto lleva a la mujer a una difícil disyuntiva: por un lado quiere que se haga esa limpieza lo antes posible y por otro quiere asegurarse de que el hombre también la comparta.

El cerebro del hombre puede no activar la necesidad inmediata de recoger lo que está sucio o desordenado

Lo que sugerimos es que frente a gran parte de las tareas domésticas, son las mujeres que probablemente perciban que debe asumirse dicha tarea”, ha dicho el profesor McClelland.

La neurociencia ha mostrado que cuando percibimos una posibilidad, se inicia un proceso neuronal que nos prepara para actuar. Y ese proceso supone un abanico de opciones que van desde lacompulsión irrefrenable a una ligera necesidad”, añade la coautora, la profesora Paulina Sliwa.

Cada persona lo ve de una determinada manera. Por poner otro tipo de ejemplo, es como aquellas personas que tienen que saltar un riachuelo. Unos lo ven muy asumible y otros no. O subir a un árbol. El árbol está allí y la opción existe. Pero algunos ni se la plantean.

No es una disculpa para los hombres

Este sistema en el que se activa una determinada red neuronal o no ante la necesidad de una tarea doméstica es de momento una hipótesis. "Tenemos que esperar a que se hagan análisis con escáner del cerebro que lo confirmen", ha añadido McClelland.

Los investigadores han bautizado esta hipótesis como “la percepción de posibilidades según el género”. Y no supone en absoluto una disculpa para que los hombres no asuman las obligaciones domésticas. Es algo que los autores han querido dejar claro.

Solo porque instintivamente un hombre no sienta que debe arreglar una habitación o limpiar en casa no significa que sea incapaz de hacerlo.

Podemos cambiar la forma que tenemos de ver el mundo si nos esforzamos. Los hombres deben mejorar su percepción de las tareas domésticas”, ha explicado el doctor McClelland.

Qué pueden hacer ellos para cambiar

Por no limitarse a una discusión filosófica del pensamiento, los profesores también aportan ejemplos: un hombre puede empezar a pensar que cada vez que se haga un té, puede aprovechar mientras el agua hierve para ordenar la cocina.

Un hábito de este tipo “no solo le servirá como recordatorio de las tareas que no ve necesarias, sino que gradualmente tendrá una percepción mayor de la necesidad de este tipo de tareas”, ha dicho McClelland.

En este sentido, también han pedido una mayor implicación política y social. Por ejemplo, si se incentiva más que los hombres asuman bajas para cuidado de hijos o para irlos a buscar al colegio, ayudará a que reordenen su cerebro a todo este tipo de tareas.

Los cambios mentales son amplios. No abarcan solo la limpieza de la casa. La memoria, como recordar compromisos del colegio de los hijos o de aniversarios, también pueden cambiarse siguiendo esta forma de pensamiento.