Josep Roca en la presentación del documental "Sembrando el futuro".
¿Puede la alimentación convertirse en una palanca de cambio para preservar la diversidad y el medio ambiente?
¿Cómo comemos puede contribuir a proteger nuestro planeta?
Esta es la cuestión que explora "Sembrando el futuro", la nueva aventura documental de BBVA y El Celler de Can Roca.
La pieza, protagonizada por Joan, Josep y Jordi Roca, aborda la alarmante extinción de la diversidad de los cultivos.
Y mientras profundizan en las soluciones para proteger la biodiversidad de la mano de expertos internacionales, los protagonistas emprenden un viaje para tratar de salvaguardar su memoria gastronómica y su legado familiar.
Un reto vinculado a su madre, Monserrat Fontané, que durante más de cincuenta años ha gestionado la casa de comidas Can Roca.
Ambas líneas argumentales convergen en la elaboración de un menú creado a partir de alimentos extintos o marginados de la zona de La Garrotxa como la berenjena blanca, la patata morada o el pimiento bitxo.
Saber Vivir ha hablado con uno de sus protagonistas, Josep Roca, sobre este proyecto que pretende involucrar a chefs de todo el mundo y concienciar acerca de la importancia de adoptar hábitos de alimentación responsables a través de una gastronomía de cercanía, de calidad y local.
El 75% de las variedades agrícolas han desaparecido en el último siglo. ¿Cómo hemos llegado a a este punto?
Hemos llegado a este punto porque han confluido una serie de factores:
- Una homogeneización de la cultura del sabor, una aceleración de industrialización de la agricultura, y una competitividad y codicia en el sector alimentario marcada por una mirada capitalista del mundo.
Este dominio de los monopolios sobre las semillas de los alimentos ha provocado una uniformidad en la comida, que casi toda es empaquetada.
Se ha industrializado la agricultura hasta unos niveles que nos está perjudicando.
¿"Sembrando el futuro" pretende remover conciencias en este sentido?
"Sembrando el futuro" es un grito de alerta, un manifiesto que pretende dar visibilidad a este problema porque supone una pérdida de biodiversidad y de nuestro legado cultural.
Tenemos que hacer un culto al campo y a nuestra cultura, es decir, a la agricultura (del latín agri 'campo' y cultura 'cultivo', 'crianza').
Hay que reconocer el valor de la gente que trabaja la tierra y tenemos que reconducir nuestra forma de alimentarnos respetando la estacionalidad de los alimentos.
- Debemos conocer los productos de temporada y darnos cuenta de lo importante que es consumir un producto de proximidad.
Hay que ser responsable en este sentido, desde un restaurante como el nuestro hasta el consumidor, para un futuro más sostenible.
De la diversidad de las semillas depende la salud del planeta y también nuestra cultura. Si cada día se pierden 10 semillas en el mundo, se pierde biodiversidad y también una forma de cultura.
- Estamos en un momento crítico. Hasta el siglo XXI no nos habíamos planteado la destrucción del planeta.
Debemos volver la vista hacia la madre tierra y realizar una mirada más femenina del mundo, que tiene que ver con el instinto de protección.
¿Qué podemos hacer como consumidores para revertir la situación?
Reflexionar sobre lo que compramos, cómo viene envasado, quién lo ha producido y si es un producto de temporada.
Probablemente tengamos que hacernos a la idea de que no podemos disfrutar de tomates, naranjas o mandarinas todo el año.
O que no podemos tomar cerezas en Navidad porque llegan de lugares lejanos y no se producen aquí por esas fechas.
- Es muy importante consumir lo que es de temporada y enlazar con el primer sector.
Hay que ir más al mercado y menos al supermercado.
Que la forma de alimentarnos no afecta solo a nuestra salud, sino también a la del planeta es algo sobre lo que no solemos reflexionar demasiado.
Así es. Este documental apuesta por sembrar semillas de conciencia: la conciencia sostenible, la conciencia ecológica...
Y es también un grito que nos haga reflexionar sobre lo que comemos y la biodiversidad que estamos perdiendo por culpa de ello.
Desde casa puedes hacer muchos gestos para respetar tu cultura y tus alimentos, y si no lo haces estarás participando en ese markéting industrial y seductor que impera, homogeiniza los sabores y hace que, por ejemplo, la bollería industrial esté en todos los desayunos de los niños.
¿Cada vez comemos peor?
Cada vez comemos menos natural y estamos más dominados por las prisas y la hiperalimentación.
Los índices de obesidad en muchas partes del mundo son realmente preocupantes. Actualmente sigue siendo un reto el cumplimiento de la famosa pirámide nutricional que recomienda la OMS.
Pero no es fácil porque la agricultura está en manos del agrobusiness, los monopolios de la agricultura, y estamos perdiendo muchas semillas.
- Los monopolios son sinónimo de monocultivos. Y tiene que haber monocultivos, pero la gran pregunta es: ¿dónde están los límites? ¿qué podemos hacer como sociedad para poner límite y que no se pierdan semillas y biodiversidad?
Luchar contra los monopolios de la alimentación no es fácil, el consumidor se siente insignificante. ¿Qué podemos hacer frente a ello?
Lo que nos queda es apelar a la mirada de la proximidad, a consumir productos cercanos.
En lugar de ir cada semana al supermercado, es mejor ir cada semana al mercado y una vez al mes al supermercado.
¿La gastronomía puede ser una herramienta de transformación?
Desde El Celler de Can Roca así lo hacemos. Hay que entender que nos va el patrimonio cultural. En 70 años hemos perdido mucha biodiversidad.
"Sembrando el futuro" intenta reflexionar sobre ello partiendo de un hilo argumental íntimo de nuestra familia.
Aparece una entrevista con nuestra madre donde se le pregunta 'qué le faltaba en la vida por hacer', y ella responde que le gustaría volver a la casa donde nació para disfrutar de una tostada de pan con un café con leche junto a la chimenea.
- Nosotros hemos comprado esa casa, la restauramos porque estaba destruida, y en el documental aparece mi madre entrando a la casa donde nació.
Intentamos hacerle un menú a su gusto pero vimos que la mayoría de cosas nos resultaba muy difícil encontrarlas. Y esto no pasa en una familia sino en muchas.
Este es el punto de partida del documental, que tiene una parte de denuncia y otra muy íntima y emotiva, el sueño de nuestra madre hecho realidad que ha sido volver a la casa de su infancia.