Cómo superar el síndrome del espejo retrovisor cuando las experiencias del pasado no nos dejan ser felices

A veces, las vivencias del pasado nos impiden vivir el presente y mirar al futuro con ilusión. Así podemos recuperar el control de nuestra vida.

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Eva Carnero

Periodista especializada en bienestar y nutrición

Actualizado a

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RBA

Recordar momentos, acontecimientos o personas del pasado no tiene por qué ser algo malo. De hecho, en principio, las experiencias pretéritas pueden ayudarnos a vivir mejor el presente, aplicando las enseñanzas que nos brindan. Sin embargo, en ocasiones, los recuerdos se anclan en el presente impidiéndonos avanzar, o incluso retrotrayéndonos a episodios ya vividos, todos ellos traumáticos y dolorosos. 

Cuando esto ocurre, estamos hablando de una anomalía, algo que no debería suceder, que nos hace sentir mal o, dicho de otro modo, que nos aleja del bienestar emocional. Los expertos lo han denominado síndrome del espejo retrovisor o de la memoria del espejo retrovisor. 

En esencia, este síndrome consiste en la dificultad para dejar atrás el pasado, las experiencias traumáticas y aquellas que nos provocaron un dolor intenso. 

Identificarlo es relativamente fácil, ya que la persona que lo sufre muestra una clara tendencia a revivir constantemente eventos del pasado, a lamentarse de los errores cometidos y a experimentar emociones negativas que tienen su origen y su razón de ser en momentos vividos. 

Atrapados en el pasado

La obsesión por revivir sucesos anteriores es tal que hace muy complicado seguir adelante, ya que se pierde en gran medida la capacidad para concentrarse y focalizar nuevos objetivos de vida. 

Según los expertos, lo que caracteriza el comportamiento de las personas con el síndrome del espejo retrovisor son sus remordimientos constantes por acciones lejanas, su sensación por estar inmerso en un bucle sin fin de nostalgia y tristeza, su incapacidad por perdonar, asumir y hacer "borrón y cuenta nueva" con los actos propios o con las consecuencias de actos ajenos en las vidas propias. 

Una de las características principales del síndrome del espejo retrovisor es la incapacidad para perdonarse a uno mismo o a los demás por errores cometidos en el pasado. 

Desde ahí, es fácil deslizarse hacia una autocrítica cruel y destructiva que mina la autoestima y que enardece los sentimientos de culpa. Todo ello, hace que la calidad de vida de la persona que lo padece, poco a poco, se vaya deteriorando. 

Además, no es algo que le afecte solo a ella, ya que, de forma indirecta acaba interfiriendo en las relaciones personales y en el día a día de la persona.

La incapacidad para estar en el momento presente y el hecho de concentrar todas sus energías en recrear una vida anterior hace, entre otras cosas, que resulte muy complicado, por no decir imposible, tomar decisiones de manera efectiva, algo que repercute en multitud de aspectos de la vida. Por un lado, no es posible disfrutar del "ahora", y por otro, tampoco es factible proyectarse en el futuro, lo que implica ausencia de metas, proyectos e ilusiones.

la llave para salir

A pesar de que siempre hay una razón que explique nuestras actitudes y comportamientos, lo cierto es que no siempre resulta fácil. Además, en la mayoría de los casos, no se trata de un solo origen, sino de la confluencia de varios factores. Hallar el detonante es el trabajo de un especialista. Solo él sabrá qué teclas tocar para dar con el motivo o las razones, y en consecuencia, diseñar el tratamiento y aplicarlo.

Por otro lado, además de la visita al profesional, también existen algunas medidas que podemos tomar por nuestra cuenta, las cuales se convertirán en un valioso apoyo complementario que acelere el proceso de recuperación, al mismo tiempo que ayudará a que se produzca de la manera más saludable, sin saltarse pasos, ni poniendo parches. 

DOS AMIGAS SONRIENTES HABLANDO

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En este sentido, los expertos nos hablan de practicar el perdón (con uno mismo y con los demás), enfocarse en el presente y centrar la atención en las cosas que se pueden controlar y no en aquellas cuyo devenir se nos escapa de las manos. 

También es una buena actitud cultivar las relaciones personales positivas y descartar las que no aportan valores que nos hagan crecer. Esto pasa por el fomento de la autoestima. Saber valorarse es crucial para crear mínimos, establecer una suerte de criterios de selección para aplicar en nuestro entorno social. 

Vivir el presente

En ocasiones, según los expertos, el síndrome de la memoria del espejo retrovisor aparece cuando las personas han pasado por situaciones tan duras que han creado una especie de escudo protector para no eludir el presente. El problema es que esta medida preventiva hace que además de evitar los desafíos del día a día, también les impide disfrutar del hoy.

Para deshacer este "nudo" emocional con el pasado, existen estrategias y tratamientos que nos permiten recuperar el control de nuestras vidas. Algunas de las vías que proponen los expertos son la terapia cognitivo-conductual o la práctica de mindfulness. También puede ser un buen aliado las sesiones de yoga y meditación. Ahora bien, lo que es fundamental es acudir a un profesional para que dé con el modo más personalizado posible de abandonar el pasado, aprender a vivir el presente y mirar al futuro con ilusión.