Los beneficios del colecho entre hermanos

Conciliar el sueño les resulta mucho más fácil al abrigo del calor y la respiración de un hermano.

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Hermanos jugando en la cama con sus padres

Laura Gutman
Laura Gutman

Psicoterapeuta familiar

La idea generalizada de que “cada niño necesita su espacio” es una construcción del sistema de consumo. Habitualmente creemos que si tenemos prosperidad económica, lograremos acceder a una casa más grande, con más habitaciones, y cada niño tendrá la suerte de tener un dormitorio para él solo.

Pues bien, resulta que los niños no quieren ni deben ni están en condiciones de dormirse solos. Tampoco pueden ni quieren jugar solos, al menos hasta que sean bastante mayores.

Si nos damos cuenta de que los niños pequeños siempre prefieren dormir cerca de sus hermanos, podremos disponer las camas y la organización de la casa en función de las necesidades de los hijos.

¿Y si son niño y niña?

Cuando son pequeños tampoco importa mucho separarlos por sexos. ¡Son niños! Esa intimidad la pedirán a partir de la preadolescencia, pero no antes. Si la casa es realmente grande, pueden contar con una habitación para dormir –compartida– y otras habitaciones para jugar, donde cada niño pueda tener sus juguetes apartados o un espacio reservado para sus actividades.

Recordemos que es poco frecuente que antes de los 12 años un niño solicite estar solo, ya sea para dormir, ya sea para jugar.

En el caso de que venga un amigo, claro que no querrá que su hermano menor lo moleste... pero en ese caso no estará solo, estará acompañado.

Aunque nos parezca insólito, a veces es el hermano mayor quien precisa más intensamente la presencia del menor. Y la pregunta inevitable es: ¿Por qué nos parece tan descabellado acceder a una demanda sencilla?

Quieren dormir juntos. Pues juntemos sus camas y que duerman juntos.

  • Cuando los padres estamos agotados y ya no sabemos qué hacer para que uno de nuestros hijos no termine todas las noches metido en la cama matrimonial, la mejor opción es ¡la cama de un hermano!
  • Habilitémoslo, pero también hagamos todo lo posible para que los niños duerman confortablemente. Nada mejor que juntar las camas, o mejor aún, disponer los colchones en el piso de modo que se conviertan en una gran cama donde puedan rodar dos, tres o cuatro niños, acurrucarse, abrazarse y dormirse en paz.
  • Porque de eso se trata; que ingresen en el sueño sabiendo que están amparados por la presencia de otro.

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