Las madres y los padres trabajamos. Por lo tanto, alguien tiene que cuidar a los bebés. Por supuesto, los adultos buscamos la mejor opción dentro de nuestras posibilidades.
Las guarderías surgieron para responder a la necesidad de las madres al incorporarnos masivamente al mercado de trabajo. Y, por supuesto, cumplen una importante función social.
A medida que las guarderías se tornaron imprescindibles, hemos ido profesionalizando a las personas cuidadoras, con la esperanza de que nuestros bebés estén cuidados, estimulados y bien atendidos.
Todo eso está muy bien. Pero seamos sinceros... ¿Realmente la guardería es el mejor lugar para que el bebé pase sus jornadas si la madre tiene otras opciones?
guardería o una cuidadora
Dejemos claro que un bebé, por definición, no socializa. Hasta los dos años, o un poco más, la cría humana no adquiere la noción de 'yo' separado del 'tú'.
Solo pretende satisfacer sus necesidades básicas. Y, para ello, todo bebé requiere una mirada lo más personalizada posible, mucha dedicación, tiempo, palabras y brazos disponibles.
Los otros bebés que asisten a la guardería no son importantes para su experiencia
Solo importa aquello que obtiene en cuanto a confort, cariño, descanso, alimento, afecto, contacto corporal y seguridad. Si tenemos la posibilidad de que sea cuidado en casa por una persona que solo lo atienda a él, con seguridad eso es lo que el bebé elegiría si estuviera en sus manos.
Pero dejar al bebé en casa a cargo de una persona cuidadora no es en sí mismo garantía de nada. Será necesario que los padres tengamos claro qué pretendemos de esa persona para poder explicarle sin confusiones qué esperamos de ella.
Lo ideal sería que no se ocupe de las tareas del hogar. Que tenga al bebé en brazos la mayor parte del tiempo posible, que empatice con nuestro hijo, que sea alegre.
Si encontramos a esa persona y sabe ocuparse de un bebé, es un regalo del cielo.