Si estuviéramos en una isla desierta con nuestros niños y contempláramos al bebé humano con la misma curiosidad con la que observamos a los animales, constataríamos que el control de esfínteres real se produce mucho más tardíamente de lo que nuestra sociedad occidental espera.
Lamentablemente, en lugar de examinar cuidadosamente cómo suceden las cosas, elaboramos teorías que luego pretendemos imponer, esperando que funcionen.
Dejar el pañal debe ser un proceso natural
La cultura occidental ha impuesto la exigencia del control de esfínteres alrededor de los dos años de edad, con lo que este tema se ha convertido en todo un problema.
Si se hubiese decidido que el ser humano debe comenzar la marcha alrededor de los nueve meses, caminar también sería un problema, y se generarían discusiones y teorías sobre cómo favorecer el aprendizaje de la marcha, con la inevitable preocupación de los padres de niños de 12 ó 14 meses que no estuviesen aún maduros para caminar. Pero sabemos, por simple observación, que el ser humano inicia la marcha de forma autónoma alrededor del año.
Si contempláramos sin prejuicios el proceso natural del control de esfínteres, estaríamos ante la evidencia de que muchos niños la realizan después de los tres años, algunos después de los tres y medio, y otros, a los cuatro o a los cinco.
Muchas veces los adultos estamos ansiosos y retiramos el pañal antes de que el niño esté preparado
Sin embargo, los adultos estamos muy ansiosos con este tema y les retiramos los pañales antes de tiempo. Eso significa que le arrebatamos el sostén, el cobijo, la seguridad, el contacto... y para colmo ¡consideramos que los estamos ayudando a crecer!
Stop a las presiones
Sacar los pañales porque “llegó el verano” o decidir que ya tiene dos años y tiene que aprender a aguantarse el pipí son decisiones basadas en la incomprensión de la especificidad del niño pequeño y de la evolución esperable de su crecimiento.
La adquisición de esta habilidad, al igual que muchas otras, llegará a su debido tiempo, es decir, cuando haya madurado y esté listo para lograrlo.
Si dejamos a los niños pequeños en paz, después de los tres años, o cerca de los cuatro –sin olvidar que cada niño es diferente– simplemente un día estará en condiciones de reconocer, retener, esperar, hacerse cargo de sus ganas de ir al baño, sin más trauma y sin más vueltas que lo que es: controlar con autonomía los esfínteres.
Mejor que usar pañales que tener que pasar por la humillación de mojarse en todos lados
Comprendo la presión social que sufrimos las madres. Hay jardines de infancia que no aceptan niños en salas de tres años con pañales. Hay profesionales de la salud, además de suegras, vecinas y amigos bienintencionados que opinan y se escandalizan si ven a un niño de tres años que todavía lleva pañal.
Pero es posible sortear estos inconvenientes con un poquito de imaginación. Hoy en día, los pañales son desechables, muy absorbentes y anatómicos, lo que permite a los niños ir a jugar, a un cumpleaños o de paseo sin tener que pasar por la humillación de mojarse en todos lados y delante de todos.
Da tiempo al proceso
El control de esfínteres es lento, como todos los procesos de la crianza. A las mujeres nos resulta arduo lidiar entre la velocidad de los tiempos que vivimos y la lentitud de la crianza.
Pero cuando pretendemos acelerar los procesos, y no corregimos nuestra postura, el problema se agudiza, los niños crecen y el control de esfínteres se torna un tema complejo e nunca acabar.
Las regresiones, que en definitiva son sanadoras, nos obligan a volver al ritmo original.
Acompaña su maduración natural
No vale la pena perder el tiempo ni preocuparnos en que adquiera esta habilidad. No depende de su madurez física o emocional.
Su momento llegará cuando, efectivamente, el niño reconozca en todas las circunstancias –incluso cuando está distraído– sus necesidades de evacuar y cuando se haya vuelto autónomo para ir al baño. Y de noche, cuando el pañal amanezca totalmente seco muchas mañanas seguidas.
El control diurno se produce entre los 2 y 4 años y el nocturno entre los 3 y los 6 años
El control diurno y el nocturno son radicalmente diferentes. Que un niño pueda controlar sus esfínteres durante el día, no nos indica que ha llegado el momento de retirarle los pañales cuando duerme. Según la Sociedad Española de Pediatría el control de esfínteres diurnos se produce entre los 2 y los 4 años. Mientras que el nocturno suele ser entre los 3 y los 6.
Si el tema nos inquieta, tratemos de preguntarnos si detrás de esta preocupación se esconde algún conflicto propio. Mientras, dejemos que los niños crezcan en paz.
Da marcha atrás sin ningún problema
¿Qué hacemos si le hemos quitado los pañales a nuestros hijos y se siguen mojando? Simplemente, volvérselos a poner.
Los usarán el mismo lapso de tiempo que hubiesen necesitado desde el momento que se los sacaron hasta ser capaces de controlar los esfínteres naturalmente.
Podemos aliviar las tensiones explicándole: “Creí que estabas listo, pero me equivoqué. Usarás el pañal para estar cómodo, y cuando seas un poco más mayor lo conseguirás”
Y recordemos que es un tema privado. No le compete a nadie saber si el niño controla o no sus esfínteres. Somos las madres y los padres quienes acompañamos y apoyamos los procesos de maduración física de nuestros hijos.