Comer solo puede ser malo para el corazón

Está comprobado que las personas que comen solas cuidan menos su alimentación y tienen más riesgo de enfermedad cardiovascular, algo que resulta más grave en mujeres que están en la menopausia, que ya de por sí tienen más riesgos por la bajada de estrógenos.

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Comer solo puede no ser bueno para el corazón
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Soledad López
Soledad López

Periodista especializada en salud

La comunidad médica lleva décadas haciendo hincapié en la importancia de una dieta saludable para reducir la enfermedad cardiovascular que sigue siendo, a día de hoy, la primera causa de muerte en el mundo.

Sin embargo, hay otros aspectos que, a la hora de evaluar los riesgos para el corazón, se han analizado mucho menos. Y uno de ellos es la importancia de tener un compañero a la hora de comer.

Un estudio de la Sociedad Norteamericana de Menopausia sugiere que las mujeres mayores que viven solas no tienen más riesgo cardiovascular únicamente por el descenso de estrógenos –hormonas con efecto cardioprotector–.

  • La soledad que las acompaña a la hora de comer también influye de forma negativa en su salud cardiovascular.

Más riesgo de obesidad

Cada vez hay más gente que vive sola y que come sola. Por si fuera poco, la Covid ha restringido aún más las relaciones sociales.

Además, las plataformas de entrega de comida a domicilio son cada vez más populares, lo que puede facilitar aún más el hecho de comer solo.

Se trata de un fenómeno al alza que no ha pasado por alto a investigadores. Según diversos estudios, se ha demostrado que comer solo se asocia con un mayor riesgo de obesidad abdominal y presión arterial elevada.

  • La razón es que las personas que comen solas tienden a comer más rápido, lo que a menudo conduce a aumentos en el índice de masa corporal, la circunferencia de la cintura, la presión arterial y los niveles de lípidos en sangre.

Un cóctel explosivo que aumenta el riesgo de síndrome metabólico y enfermedad cardiovascular.

Más riesgo de depresión

Pero comer solo no aumenta únicamente el riesgo de obesidad o hipertensión. También se relaciona con más riesgo de depresión.

Y es bien sabido que la depresión favorece el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.

Las personas con depresión suelen hacer menos ejercicio, cuidan mucho menos su alimentación y en general tienen peores hábitos de vida.

Está demostrado también que el cerebro y el corazón están estrechamente relacionados, por lo que las emociones negativas afectan al músculo cardíaco.

Mujeres postmenopáusicas

Teniendo en cuenta toda la evidencia científica que hay sobre la relación entre comer solo y más riesgo cardiovascular, los autores del estudio decidieron investigar hasta qué punto no tener un compañero en la mesa puede aumentar el riesgo cardiovascular en mujeres mayores.

No hay que olvidar que el riesgo de infarto aumenta en las mujeres al llegar la menopausia porque desaparece el efecto protector de los estrógenos.

Los investigadores estudiaron a casi 600 mujeres postmenopáusicas mayores de 65 años. Tuvieron en cuenta si comían o no solas, cómo era su estado nutricional y la prevalencia de enfermedad cardiovascular.

Tras analizar los resultados del estudio, observaron que las mujeres que comían solas se alimentaban peor:

  • Su ingesta calórica era deficiente. Tomaban menos carbohidratos, fibra dietética, sodio y potasio que aquellas que comían con otras personas.
  • Además, las mujeres mayores que comían solas tenían 2,58 veces más probabilidades de tener angina de pecho, un tipo de dolor en el pecho causado por la reducción del flujo sanguíneo al corazón y un síntoma de enfermedad de las arterias coronarias.

Lo bueno de comer en compañía

A tenor de los resultados de este estudio, comer solo influye en lo que comes y en cómo comes.

Si comes de pie o rápido seguramente acabarás ingiriendo más calorías de la cuenta, o acabarás comiendo cualquier cosa.

De hecho, uno de los puntales de la dieta Mediterránea es el acto de comer en compañía. Esto convierte la comida en una especie de ritual.

Un ritual que requiere una organización y preparación previas. Hay que pensar lo que vamos a cocinar y dedicarle tiempo. Y ambas cosas son claves para que los menús sean variados y caseros.

Y al sentarnos a la mesa en compañía, es más fácil dedicarle a la comida al menos media hora, que es el tiempo mínimo que recomiendan los expertos para no acabar engullendo los alimentos.

También ayuda a desconectar de los problemas si mantenemos una conversación agradable con el resto de comensales, siempre que no estemos mirando el móvil.

Por si fuera poco, está demostrado que comer en familia ayuda a que los niños adquieran buenos hábitos en este sentido y reduce el riesgo de trastornos de la conducta alimentaria entre los adolescentes.