8 preguntas y respuestas sobre el infarto y la angina de pecho

El infarto de miocardio y la angina de pecho son enfermedades debidas a una obstrucción en las arterias que bombean sangre al corazón. ¿Cómo podemos distinguir una infarto de una angina de pecho? ¿Qué podemos hacer para evitarlas? Nuestros expertos dan respuesta a las principales dudas sobre estas patologías del corazón.

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Teresa Romanillos cardiologa
Dra. Teresa Romanillos

Cardióloga y especialista en Medicina Interna

¿Cómo se puede distinguir si alguien está sufriendo un infarto o es una angina de pecho?

La angina de pecho se produce cuando el corazón no recibe el suficiente riego sanguíneo que necesita para funcionar.

En ese momento el órgano “se queja” en forma de dolor. Normalmente la angina de pecho se produce cuando la arteria encargada de llevar la sangre a una determinada zona del corazón está parcialmente obstruida por acúmulos de grasa (tiene placas de aterosclerosis), por lo que no llega el oxígeno necesario al corazón.

La angina de pecho con la que nos encontramos más frecuentemente los cardiólogos es la “de esfuerzo”. Y es que, precisamente, cuando se hace un esfuerzo físico el corazón bombea más rápido y necesita un mayor aporte de sangre enriquecida en oxígeno para funcionar.

Esta queja es la señal de que el corazón te está diciendo: “Detente. No sigas pidiéndome que haga este esfuerzo porque no puedo más”. Aunque cuando la enfermedad se encuentra más avanzada, los síntomas pueden producirse incluso en reposo, es lo que se llama “angina de reposo” o “angina inestable”.

Un disgusto importante también puede provocar lo que se conoce con el nombre de “síndrome del corazón partido”. El impacto emocional del momento es el responsable de este tipo de angina de pecho.

En ocasiones, la angina de pecho alerta de que hay riesgo de sufrir un infarto. Es importante cuidarse y seguir las recomendaciones del cardiólogo ya que las placas de aterosclerosis que han taponado solo parcialmente las arterias y han producido la angina de pecho pueden romperse y formar un coágulo de sangre que ocupe toda la arteria impidiendo el paso de sangre, y que, entonces, se produzca el infarto.

¿Un infarto puede causar molestias abdominales?

Sí, existe una relación entre un problema cardiaco y sentir molestias en la zona abdominal. Y este vínculo lo explican dos razones.

  1. La localización del corazón: el músculo cardiaco se asienta sobre el diafragma, que a su vez constituye el “techo” de la cavidad abdominal.
  2. La propia circulación. Cualquier problema cardiaco puede acabar generando un trastorno circulatorio... y este afectar, finalmente, a cualquier órgano o tejido del cuerpo.

Por eso, un ejemplo bien conocido por los sanitarios es el dolor en el estómago que se genera cuando se da un infarto en la cara inferior del corazón.

La isquemia intestinal (cuando se reduce la circulación sanguínea en esta zona) es otro caso típico. Puede desencadenarse por una embolia (una obstrucción) que acaba afectando a las arterias que llevan su sangre a los tejidos intestinales.

¿Cómo hacer ejercicio tras haber tenido un infarto?

Al corazón le gusta caminar, correr, nadar o ir en bicicleta. Es más, después de un infarto el ejercicio tiene un papel muy importante en la recuperación y es fundamental para prevenir la aparición de nuevos problemas. Así que puedes volver a hacer deporte sin miedo.

Después de un infarto es interesante aprender a controlar las pulsaciones para evitar someter al corazón a un trabajo excesivo durante el ejercicio.

De todos modos, para calcular la frecuencia cardiaca que no debes superar, lo ideal es realizar una prueba de esfuerzo (que seguramente ya te han hecho).

En el primer mes, lo idóneo es no sobrepasar el 70% de las pulsaciones máximas a las que se ha llegado durante la prueba (por ejemplo, si se ha llegado hasta 120, el límite sería 84).

A partir del segundo mes, el límite recomendado está en el 80%.

También se aconseja tomar una serie de precauciones, como evitar hacer ejercicio durante las digestiones o en ambientes excesivamente fríos.

¿Es cierto que en verano hay más riesgo de sufrir infartos?

Así es. Cuando la temperatura exterior llega a superar la corporal (esta suele situarse entre los 36-37°C, según la persona), el corazón se acelera (se taquicardiza) y la respiración se vuelve más rápida, ya que cuesta bastante más conseguir oxígeno en estas condiciones. Todo ello provoca una sobrecarga en el sistema cardiovascular, que se nota por la presencia de tensiones arteriales elevadas (crisis hipertensivas). Si se sobrecarga el sistema, el motor del mismo (el corazón), puede sufrir “desperfectos” (anginas y/o infartos).

Además de que puedan afectarnos las oscilaciones de temperatura, los picos de calor y el grado de humedad ambiental, es un hecho que los niveles de colesterol en sangre y la tensión arterial aumentan durante los días de vacaciones. Las comidas copiosas, sin horas concretas, el picoteo acompañado de la correspondiente caña o vasito de vino, generan en nuestro cuerpo un cóctel que puede llegar a ser muy peligroso. Sería recomendable sustituir, como tapeo, las frituras por platillos a la plancha o ensaladas de verano. Los zumos de frutas naturales, por sus efectos antioxidantes, también te ayudan a cuidar tu corazón.

A todo esto hemos de añadir que, a menudo, se queda sin cumplir el tratamiento prescrito por el médico. La pastilla de la tensión, la del azúcar, la del colesterol... ya sea por olvido (nos las hemos dejado en casa), por descuido (se nos ha pasado la hora), o porque el descanso y la ausencia de sobrecarga laboral pueden hacer que aparentemente nos sintamos bien, y lleguemos a creer, erróneamente, que “no pasa nada” por dejar de tomar las indispensables pastillas diarias. Pero está demostrado que esta negligencia da lugar a un aumento de infartos y embolias. Así que, durante el periodo estival, procura no abandonar la medicación.

¿Qué consejos me ayudan a cuidar mi corazón para evitar una angina de pecho o un infarto?

Mantener el colesterol a raya, hacer ejercicio regular, cuidar la línea y abandonar el tabaco son consejos básicos para mantener las arterias libres de aterosclerosis y evitar una angina o un infarto.

Pero ten en cuenta que, cuando ya existe esta placa, estas cardiopatías pueden desencadenarse por muchas de las actividades del día a día. Conducir con tráfico denso, vivir una jornada de trabajo estresante... son eventos impredecibles que pueden provocarlo. Sin embargo, hay situaciones “peligrosas” que sí puedes evitar y controlar:

  • Iníciate en el ejercicio poco a poco. Hacer ejercicio a menudo y de forma moderada nos protege de muchas enfermedades del corazón pero no conviene hacer un esfuerzo para el que no nos hemos preparado. En ese caso puede provocar un aumento de las pulsaciones del corazón, que requiere un mayor aporte de sangre para funcionar y puede ser el detonante de un problema coronario.
  • Usa un pulsómetro si sales a correr. Si te gusta salir en bicicleta o a correr, este aparato te puede alertar si estás forzando demasiado a tu corazón.
  • Si haces un esfuerzo evita los excitantes. No tomes alcohol, café o bebidas estimulantes antes de hacer un esfuerzo físico. Tampoco hagas ejercicio después de comer, ya que durante la digestión el corazón está un poco desprotegido porque la circulación de la sangre se centra más en el aparato digestivo.
  • Protégete de la polución y el frío. En los días en que sube el nivel de polución, hay más infartos y anginas. Si practicas deporte, intenta que el aire que respiras sea lo más puro posible. Los ambientes demasiado fríos tampoco le gustan a las arterias de nuestro corazón, ya que las temperaturas bajas las contraen ligeramente. Por este motivo, es mejor evitar esfuerzos importantes en los días muy fríos.

Tras un infarto, ¿stent o bypass?

El infarto es la interrupción brusca del flujo sanguíneo en una arteria coronaria. Es vital recuperarlo lo más rápido posible para que parte del tejido del corazón no se desvitalice.

Una de las formas para hacerlo es el cateterismo. A través de una arteria de la muñeca o de la ingle se introduce una guía hasta la arteria dañada.

Cuando llega a la lesión, abre el paso gracias a un pequeño globo (angioplastia) y se coloca un dispositivo, el stent, que mantiene la apertura y el flujo normales de la arteria. Consiste en introducir un catéter que avanza por la arteria de las ingles o de las muñecas hasta el corazón. Acto seguido se inyecta un contraste radiológico y se obtienen imágenes de las arterias coronarias. Esto permite ver si hay obstrucciones o estrecheces de las arterias que deban ser reparadas con un stent.

A veces, no se puede colocar un stent porque podría ser arriesgado. En este caso optamos por una intervención llamada cirugía de bypass, en la que se desvía la circulación de la sangre para que pase por otro sitio con un atajo.

La decisión de si se opta por colocar stents o por cirugía de bypass depende del número de lesiones y de dónde estén localizadas.

¿Colocar más de un stent tiene riesgos?

Con el stent, este pequeño dispositivo que se coloca en las arterias coronarias dañadas u obstruidas, se garantiza el flujo normal de sangre al músculo cardiaco.

En los pacientes con una angina de pecho o que han sufrido un infarto se realiza un cateterismo para ver si hay obstrucciones en alguna de las arterias coronarias: a través de una arteria de la muñeca o de la ingle, se introduce una guía que llega hasta la arteria dañada.

Cuando llega a la lesión, abre el paso gracias a un pequeño globo (angioplastia) y se colocael stent, que mantiene el paso abierto.

Colocar un stent, en general, tiene pocos riesgos, aunque también pueden haber complicaciones. A veces puede aparecer una pequeña fisura en la arteria que, en la mayoría de los casos, se repara con otro stent.

Si el médico considera que su colocación puede tener demasiados riesgos, optará por otro tratamiento.

Tras el procedimiento, lo más importante es evitar que se formen coágulos. El tipo de medicación para evitarlo y su duración depende del dispositivo que se ha colocado.

No os preocupéis, el stent no daña las arterias. Además, cada vez se van perfeccionando más y en los últimos años se están empezando a colocar stents bioabsorbibles que desaparecen al cabo de un tiempo.

¿Un bypass es para siempre o se cambia?

Como los vasos sanguíneos se pueden alterar con el paso del tiempo, y el bypass se realiza con ellos, si es posible que se deterioren y se tenga que intervenir de algún modo.

El bypass consiste en hacer un “atajo” para que la sangre pueda llegar a una zona del corazón que tenía el flujo sanguíneo reducido por culpa de la obstrucción de una arteria coronaria.

Para ello se utiliza una porción de otro vaso sanguíneo del paciente. A veces, se elige una arteria del pecho o de la muñeca y, en otras ocasiones, una vena de las piernas.

Los injertos venosos pueden deteriorarse antes que los arteriales.

Los estudios demuestran que al cabo de 5 años aproximadamente 1 de cada 3 se encuentra ocluido, y que a los 10 años solo son permeables 1 de cada 4.

En cambio, los bypass hechos con arterias duran más: los primeros signos de deterioro no aparecen hasta al cabo de 10 años, y a los 18 el 85% de los injertos siguen limpios y permeables.

Ese deterioro no significa que se tenga que realizar una nueva intervención quirúrgica.

En muchos casos, los injertos pueden repararse sin cirugía: se introduce un catéter que llega hasta la lesión y se coloca un pequeño “muelle” (stent) que mantiene el flujo sanguíneo normal a través de la arteria.

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