Sí, es incuestionable. Con el cambio climático que se está produciendo, el aumento de las temperaturas y la disminución de la humedad pueden provocar cambios en la piel.
Estas dos circunstancias pueden hacer que esté más seca, deshidratada y que se altere su función barrera, y, por lo tanto, se vuelva más sensible e irritable.
Esto ocurre, sobre todo, en las ciudades o en áreas con altas tasas de contaminación, y en mucha menor medida en ambientes rurales, claramente más "limpios".