Las calcificaciones en los pechos son pequeños depósitos de calcio que surgen en la glándula mamaria. Generalmente, son tan minúsculas que solo se pueden detectar con una mamografía y no provocan síntomas. A partir de los 50 años es habitual que aparezcan las que miden más de un milímetro de diámetro (macrocalcificaciones) pero a cualquier edad pueden desarrollarse las de menor tamaño (microcalcificaciones), sobre todo coincidiendo con las diferentes etapas evolutivas por las que transcurre la mama a lo largo de la vida.
Que se formen estos depósitos de calcio puede darse por varias causas: la secreción láctea al amamantar, un taponamiento del conducto mamario (ectasia ductal) o la presencia de un antiguo fibroadenoma, pueden favorecer que el calcio se agrupe. Asimismo, recibir radiación en la zona también lo propicia.
En cuanto a los factores externos, hay que saber que el exceso de calcio en la dieta no favorece su desarrollo, aunque sí otros factores como recibir un golpe en la zona o la presencia de un implante mamario.
Según su tamaño, aspecto y distribución, el médico sabe si son benignas o sospechosas de malignidad, aunque la gran mayoría son benignas y no requieren más pruebas.