Al no haber ningún fallo en la estructura del intestino, no hay pruebas concretas que lo diagnostiquen. Los médicos nos debemos limitar a valorar los síntomas, que deben tener una duración de un mínimo de 12 semanas, aunque no sean consecutivas.
Si hay otras señales de alarma como pérdida de peso, fiebre o sangre en las heces, pueden hacerse analíticas, radiografías o incluso una colonoscopia para descartar otras patologías.
Y aunque se manifiesta de una forma muy parecida a una celiaquía, es fácil descartarlo si al retirar el gluten de la dieta los síntomas no mejoran. En el caso de los celíacos o en la sensibilidad al gluten la mejoría clínica es inmediata con una dieta prolongada exenta de gluten.