Cuando un golpe, o la simple degeneración de la columna, comporta una fractura o desgaste de las vértebras (quizá con una compresión del disco que hay entre ellas), existen dos maneras de dar cierto descanso a la espalda:
- Aumentar la resistencia de la cavidad abdominal para que la columna se “descargue” en parte del peso corporal.
- Inmovilizar la zona vertebral dolorida o dañada.
Los corsés rígidos o de inmovilización cumplen ambas funciones, pues consiguen aumentar el “aguante” de la cavidad abdominal y, a la vez, impiden que la columna pueda moverse.
La faja semirrígida (o de contención), en cambio, comprime la región abdominal sin limitar completamente la movilidad. Con ello conseguimos evitar la atrofia de la musculatura cercana (lo que sucede con la inmovilización total), así como la presencia, a posteriori, de rigidez articular.