Cuando nos resfriamos se inflaman tanto las fosas nasales como la trompa de Eustaquio, la estructura que se encarga de compensar las presiones entre el oído y la garganta. En estos casos es habitual que se cree una presión negativa en el oído; es cuando sentimos una sensación de taponamiento.
Si el resfriado no se trata correctamente y la presión va a más, puede acumularse líquido y se puede infectar, causando una otitis media aguda.
La otitis puede evolucionar de dos maneras.
- La obstrucción de la trompa se revierte y poco a poco se resuelve la infección.
- El contenido infectado va aumentando su presión hasta que termina creando una pequeña perforación en el tímpanopor la que sale el líquido. Este momento de "supuración" suele coincidir con una disminución del dolor de oído. La inmensa mayoría de las veces se cierra en pocos días y no deja secuelas.
Si existe un mal funcionamiento crónico de la trompa o alguna otra patología del oído, la perforación se puede mantener, ocasionando “supuración” crónica y pérdida de audición. En este caso estaríamos hablando de una otitis media crónica.