Tras una operación que haya requerido anestesia general, se traslada al paciente desde el quirófano a la sala de recuperación o reanimación donde se llevan a cabo los cuidados para despertarle.
Al volver a la consciencia, se puede percibir somnolencia, cierta confusión, descoordinación muscular… También es posible tener náuseas y la boca seca, aunque estas sensaciones varían en función de la cantidad de anestesia utilizada y desaparece al cabo de unas horas.
Por razones de seguridad, siempre se intenta administrar la dosis de anestesia adecuada al peso de la persona y ajustarla al máximo para que dure solo lo necesario para la intervención. Por ello, es posible que al despertar se presente dolor. Si ocurre, puedes solicitar a tu médico algún analgésico.