Normalmente no hay síntomas, pero a veces sí aparecen molestias abdominales en forma de dolor cólico (que viene, va y aumenta de intensidad progresivamente), sensación de hinchazón abdominal y estreñimiento.
Cuando hay inflamación, sí se convierte en un trastorno doloroso. Esto suele suceder cuando se perforan a causa, generalmente, de que las heces impactan en su interior. El contenido fecal queda acumulado por la grasa que rodea el colon y se forma un absceso, una especie de bolsa de pus. Es entonces cuando se da la inflamación y se convierte en diverticulitis, con un dolor más intenso que suele venir acompañado de fiebre, náuseas, vómitos, estreñimiento o diarrea. En ocasiones pueden aparecer también molestias al orinar o sangre en las heces.