Conviene beber entre 1,5 y 2 litros de agua al día, pero debo decir que muchas veces nos quedamos muy por debajo de esta cantidad. Es un error frecuente pero fácilmente subsanable.
Es cierto que llenarse de líquidos en la comida puede diluir los jugos gástricos que digieren los alimentos, pero también lo es que habría que tomar una cantidad enorme de agua para que la digestión perdiera eficacia.
Además, el agua ayuda a disolver mejor los alimentos que no han sido bien masticados, quizá por comer con prisas. Por eso, es más beneficioso beber al comer que no hacerlo.
Mi consejo es beber agua cuando apetezca. Antes, durante o después de las comidas.