Muchas personas usan las dos palabras indistintamente, pero la realidad es que son condimentos diferentes.
La cúrcuma es una especia aromática de la que se usa su raíz; de hecho, en algunos países se la denomina azafrán de raíz. Aunque se suele consumir en polvo, cada vez es más fácil encontrarla entera en las tiendas.
El curry, en cambio, es una mezcla de especias. Los ingredientes más comunes son la propia cúrcuma, chile, comino, cardamomo, canela y clavo. Aun así, los elementos y su proporción pueden variar.
La cúrcuma, por su riqueza en unas sustancias llamadas curcuminoides, posee propiedades antiinflamatorias (ayuda a mantener la salud articular), protectoras del hígado y antioxidantes, por lo que conviene consumirla habitualmente.
Si la añades a platos calientes, hazlo al final, por ejemplo un minuto antes de apagar el fuego, ya que se ha calculado que en 15-30 minutos de cocción se pierde más del 80 % de curcuminoides.
Las distintas especias que componen el curry también tienen sus beneficios; por ejemplo, la canela influye para bien en los niveles de glucosa en sangre, por lo que la recomendación más adecuada es que consumamos las dos de manera habitual.