Los embutidos, por lo general, son carne roja procesada y no son saludables. Si los integramos en nuestro día a día, por su elevado contenido en grasas saturadas, pueden ser perjudiciales para la salud. Pero no todo van a ser malas noticias ¡con el queso no sucede lo mismo!
La alimentación saludable se basa en hacer buenas elecciones y que la transición a una dieta sana nos resulte sencillo. Por eso, te propongo que cambies esa costumbre poco a poco.
- Elige otro embutido. El fiambre de pavo o el jamón de cerdo son una buena alternativa para reemplazar al chorizo, el lomo o el salami. Al realizarse con piezas magras de carne, es decir, con menos de un 10 % de grasa. Fíjate en la etiqueta e intenta que tengan un elevado porcentaje de pavo o de cerdo, del 85 % en adelante.
- Prefiere el queso. Es un alimento poco procesado que contiene cuatro alimentos básicos: leche, cuajo, fermentos lácticos y sal. Aporta nutrientes interesantes como el calcio y la vitamina D. Prioriza los que tienen menos sal, como el queso fresco. Y aléjate de tranchetes o quesitos; pueden llevar almidón, grasas vegetales y otros aditivos.
- Sustituye el pan por hortalizas. Te animo a combinar el queso con rúcula, hacer unas brochetas con tomates cherry o servirlo sobre unas rodajas de pepino.