Desperdiciamos casi ocho toneladas de alimentos al año y no solo porque se pongan malos, sino a veces porque no los encontramos suficientemente gustosos. Eso puede pasar con el tomate si, efectivamente, lo guardas en el frigorífico.
El tomate es una fruta no climatérica. Eso quiere decir que una vez recolectado sigue madurando.
Pero la nevera es un entorno demasiado frío para que un tomate madure rápido. Por ello, lo ideal es conservarlos a una temperatura superior a los 10º. Esas son las condiciones perfectas para este nutritivo alimento tan mediterráneo.
¡Por cierto! El tomate no es la única fruta climatérica. Los plátanos, el aguacate, la manzana, la pera, el mango y el kiwi también maduran a su ritmo una vez recolectados. Esto sucede porque liberan gas etileno... que puede acelerar también la maduración de las frutas y verduras que tienen alrededor. Y estropearlas.
Por este motivo no hay que juntar en el frutero frutas climatéricas con frutas no climatéricas. Por ejemplo, los cítricos, la piña, las fresas o las uvas maduran en la propia planta e interrumpen su maduración una vez recolectadas. Por eso, nos las venden en su punto óptimo de consumo.