Lo que os ocurre es habitual. Un 20-40% de las personas con cáncer sufren ansiedad y depresión relacionados con su vida sexual el primer año de su enfermedad. Pero a la vez está demostrado que con unas relaciones placenteras se reducen sus niveles de congoja, así como la sensación de incomodidad y abatimiento.
No tengáis prisa. Como sucede en la recuperación o aceptación de cualquier enfermedad, debe darse un proceso de adaptación.
La solución pasa por potenciar la comunicación emocional. Un apoyo especializado os puede ayudar a profundizar en los estados de ánimo y las dificultades para perder las reservas que impiden entregarse a una actividad placentera, y en ocasiones esencial para un restablecimiento total.
Si existen “complicaciones” orgánicas (mastectomía, disfunción eréctil...), es importante no centrar la sexualidad en lo genital o en el coito, sino recuperar zonas erógenas ninguneadas o desatendidas.