La gota es una enfermedad de depósito. Y para que el ácido úrico se deposite en articulaciones, la sangre ha de estar saturada del mismo durante tiempo y tiempo. Es por este motivo que difícilmente existirá gota si previamente no se han tenido niveles elevados en sangre, esto es, superiores a 6,8 mg/dL.
Ahora bien, un enfermo de gota no siempre tiene el ácido úrico alto o muy alto.
A veces puede tener una cifra normal, incluso en pleno ataque de inflamación de la articulación.
Por eso decimos los reumatólogos que una medición puntual ni diagnostica la gota ni la excluye; habría que ver los niveles de los últimos meses o años.
La mejor forma de diagnosticar la gota, de hecho, es a través del examen del líquido articular con microscopio (para de este modo poder comprobar la presencia de los cristales de urato en el líquido). Y si no es así, al menos con un examen ecográfico articular complementario a cargo de un reumatólogo especializado.