El frío sí puede afectar. Sin embargo, en la mayoría de los pacientes ambos problemas (la inflamación en las articulaciones o tendones y ligamentos y la psoriasis en la piel) no solo tienen una presentación desigual, sino que no responden de la misma manera ante estímulos tanto internos como externos.
Tradicionalmente, las personas que padecen de las articulaciones notan un empeoramiento con la llegada del frío.
Estudios científicos han demostrado que cambios de presión barométrica y temperatura ambiente aumentan el dolor de quienes tienen problemas degenerativos articulares.
Una de las posibles explicaciones es que el aumento en la presión que suele preceder a un día lluvioso incrementaría de forma repentina el gas que rodea las articulaciones, provocando una leve inflamación.
Por otra parte, los descensos de la temperatura pueden afectar a la capacidad de distensión de las estructuras que rodean las articulaciones, todas ellas con terminaciones nerviosas capaces de generar dolor.
Con estos datos, podríamos afirmar que los meses fríos empeoran la artritis. Y que, por el contrario, una buena ropa de abrigo puede ayudarnos a minimizar los síntomas, ya que nos protegerá de las bajadas de temperatura.