Conocer y ejercitar el suelo pélvico tiene múltiples beneficios durante todo el ciclo sexual de la mujer, mucho más allá del momento del parto. En este artículo veremos cuales son a la práctica esos ejercicios y también los motivos sociales, educativos y culturales que hacen tan poco común esta práctica que en realidad es tan necesaria.
SUS BENEFICIOS
Realizar estos ejercicios de masaje perineal te ayuda a:
- Tener una vida sexual más satisfactoria.
- Prevenir pérdidas de orina, de heces o gases.
- Evitar prolapsos.
- Facilitar el parto y favorecer la recuperación.
¿Quien puede ayudarte?
Durante el embarazo, es la comadrona la profesional más relacionada con tu vida sexual y reproductiva. Seguramente te reconfortará hablar con ella de este tema y despejar todas tus dudas, pero también puedes buscar la ayuda de una fisioterapeuta especializada en suelo pélvico.
Y si en tu caso ya hay lesiones en esta zona, la fisioterapeuta especializada en pelviperineología te aportará toda la información, y si es necesario, tratamiento. Porque hay mucho que hacer en esta olvidada zona de tu cuerpo y gracias a toda una serie de ejercicios, especialmente diseñados para tal fin, siempre estás a tiempo de mejorar.
CONOCE TU CUERPO
Este conjunto de músculos y ligamentos es clave en el parto, en el posparto y en tu vida sexual en general. Puedes dedicarle unos minutos al día y comprobar qué bien te sientes:
- Lávate las manos, adopta una posición cómoda, como por ejemplo semitumbada, o bien en cuclillas y aplica calor con una toalla húmeda en agua caliente o un baño caliente. Lubrica con cuidado los dedos y la zona con un aceite: rosa de mosqueta, argán..., y si quieres también puedes usar un espejo, que te ayudará a conocer mejor la zona.
- Introduce el pulgar (o bien el dedo índice y/o corazón si te lo hace tu pareja) presionando levemente hacia abajo y hacia los lados de la vagina. Después muévelos balanceándolos al mismo tiempo que estiras la zona, hasta que sientas una leve sensación de quemazón.
Pero recuerda que no debe doler
- Luego coge la parte baja de la entrada de la vagina entre el dedo pulgar y los opuestos, y repite el balanceo para estirar sus tejidos y la piel del periné. Lubrica bien la zona para que no te tire. Es bueno acabar con estiramientos suaves. También puedes apretar fuerte y relajar varias veces seguidas la zona.
UNA ZONA INEXPLORADA
El cerebro olvida todo lo que no ve ni toca. Y resulta que nuestro suelo pélvico está en una zona que no se ve fácilmente (hay que ponerse un espejito y mirar intencionadamente la vulva) y que apenas se toca, porque para poder sentir y localizar la musculatura habría que hacerlo a través del ano o la vagina.
Si a eso le unimos una cultura de tabú en torno a la sexualidad femenina, el resultado es el gran desconocimiento que hoy en día tenemos sobre nuestro propio cuerpo, y lo que es peor, que muchas veces llegamos al embarazo y al parto con una musculatura precaria, incapaz de mantener su función cuando se requiere un trabajo tan intenso como el del parto.
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