Todo el año es perfecto para tener un bebé, ¿por qué no? Solo que hay que tomar distintas medidas. Ahora toca cuidarse del calor, pero ¿y la alegría que da el sol? Además, ¡te puedes bañar!
Parece que empiezan a subir las temperaturas, y si acaba de nacer tu hijo o vas a dar a luz en breve es importante que te prepares para afrontar el calor en pleno posparto. Por mucho que te digan, no es ni mejor ni peor tener un bebé en verano, tiene sus ventajas y sus inconvenientes como todo en esta vida, pero sí sería recomendable que tuvieras algunos aspectos en cuenta.
Posparto veraniego: vivirlo en plenitud
Hay algunos consejos poco conocidos que pueden aliviar el posparto en esta época del año. ¿Quieres conocerlos?
1. Comidas ligeras y mucho líquido, imprescindible
Cada día me parece más obvio que la naturaleza nos ayuda mucho a llevar una dieta sana, equilibrada y adecuada a la época del año en la que estemos.
Si te fijas, las frutas y hortalizas de temporada aportan los nutrientes que en ese momento son más necesarios, es decir, el otoño es la época de los frutos secos (castañas, nueces, avellanas, etc.), que nos ayudan a acumular energía; en el invierno tenemos naranjas y mandarinas ricas en vitamina C para reforzar nuestro sistema inmune, y así protegernos de gripes y resfriados, y durante el verano las protagonistas son las frutas y hortalizas de agua (melón, sandía, tomate...), como si la Madre Tierra nos quisiera recordar lo importante que es mantenerse hidratado en esta estación del año.
Los niños, los ancianos, las mujeres embarazadas y las que acaban de dar a luz son los sectores de la población más susceptible de sufrir golpes de calor y deshidratación, por eso se aconseja ofrecerles unas 5-6 comidas al día, ligeras y ricas en vitaminas y líquidos. Pero como puedes ver este consejo se puede hacer extensible a cualquiera de nosotros.
Ensaladas, gazpachos, fruta natural o en zumo son opciones apetecibles y eficaces a la hora de mantener el nivel de líquido que el organismo necesita para seguir desempeñando sus funciones vitales. Aun así, tampoco es cuestión de que te angusties por nada de esto, porque basta con que te escuches para darte cuenta de lo que tu cuerpo te está pidiendo.
Otra medida que puedes tener presente para prevenir la deshidratación, los golpes de calor o las insolaciones es resguardarte del sol en un lugar fresco durante las horas centrales del día (de las 12 a las 18 horas, más o menos), y si no tienes más remedio que salir a la calle, recuerda llevar agua y protegerte del sol, tanto con ropa fresca y holgada como aplicándote cremas solares con factores altos.
2. Mejorar la circulación es muy sencillo
Si estás embarazada, y depende del mes en el que te encuentres aún más, ya habrás podido vivir en tu propio cuerpo las consecuencias de las dificultades que sufre la circulación venosa de retorno (el flujo de sangre que vuelve al corazón) en esta etapa de tu vida.
Es posible que ya te hayan aparecido problemas circulatorios o que hayan empeorado los que ya tenías (varices, edemas, inflamación...), por eso es importante extremar las medidas de precaución en verano, porque el calor y el sistema circulatorio no son buenos amigos, y todos estos síntomas se pueden agravar. Los cuidados que te propongo son muy sencillos: descanso, ejercicios, buenas posturas, cremas..., así que podrás hacerlo sin necesidad de moverte de casa.
Piernas en alto
Tu atención estará totalmente dirigida al bebé, pero desde las primeras horas del posparto puedes realizar una serie de ejercicios con las piernas que te serán de gran ayuda; por ejemplo:
- Haz círculos con los tobillos hacia la derecha y hacia la izquierda, 25-30 a cada lado.
- Tumbada, pon los pies en punta y luego en talón en series de 25, varias veces, de esta manera contraerás los gemelos, facilitando la circulación de retorno.
- Igualmente estirada, mueve los pies hacia fuera y hacia dentro.
- Durante un par de minutos, practica la bicicleta semitumbada.
Descansar también es clave, y si puedes hacerlo con las piernas en alto, sería perfecto. Cuando des el pecho puedes aprovechar para colocarte así, porque al disminuir el efecto de la gravedad facilitas el retorno venoso y te sentirás mejor.
Las duchas de agua fría son otro recurso eficaz, que puedes repetir varias veces al día. Si lo prefieres, empieza con agua templada y poco a poco baja la temperatura. Con este gesto tan sencillo descargarás las piernas cansadas, reducirás la inflamación o aliviarás la tensión de las varices.
También puedes hacerte o pedir que te hagan un masaje desde los pies a los muslos con algún gel frío o con una mezcla de aloe vera, aceite esencial de menta y zumo de limón. Además de que un poco de “tacto” nunca viene mal.
3. Si el parto te ha dejado alguna herida, hay que cuidarla
Después del parto o del nacimiento del bebé, algunas mujeres tendréis la suerte de no tener ninguna lesión, ni abdominal (en caso de cesárea), ni perineal (¡¡¡bien!!!, esperemos que con el tiempo cada vez seamos más), pero otras muchas sí, y es importante cuidarlas bien, especialmente con la llegada del calor, de los días en la playa o en la piscina...
El objetivo es que se cierren lo antes posible, sin que haya ninguna complicación. De todas maneras, no tienes por qué preocuparte, ya que lo más habitual es que todo vaya bien, aunque tener en cuenta algunos consejos nunca está de más.
El desgarro perineal es una de las lesiones más habituales y se divide en distintos grados en función de su gravedad: a mayor número más complicado. Los de grado I suelen ser pequeños y solo afectan a la piel, ya sea de la vagina o de los labios. Los de grado II perjudican a la mucosa y musculatura perineal, y los de grado lII-IV pueden dañar el esfínter y la mucosa anal.
La episiotomía es otra de las lesiones más habituales, aunque es cierto que cada vez se tiende a practicar menos. Aun así, este cortecito no es cualquier cosa, porque, como mínimo, se considera como un desgarro de nivel II que afecta a la musculatura perineal, a la mucosa y a la piel. Y, no podía acabar este punto sin citar a la lesión por excelencia, la cesárea, esa incisión quirúrgica en el abdomen de la que poco a poco todos vamos siendo más conscientes de que es una operación en toda regla que necesita unos cuidados posteriores iguales que si te hubiesen intervenido de cualquier otra cosa importante.
Ante cualquier incisión o herida, lo importante es que esté seca, pero en la zona de la vagina y el periné esto es muy difícil porque es húmeda por naturaleza, ya que tiene sus propios fluidos y mecanismos de limpieza. Por eso, para evitar un exceso de humedad, no es aconsejable asearla mucho.
Dejar la herida al aire el mayor tiempo posible, sin braga, ni compresa, es una opción saludable. En el caso de las heridas de la cesárea, al principio, se puede usar algún antiséptico del tipo “clorhexidina” (nunca soluciones yodadas que pueden afectar a la lactancia), pero en la zona perineal recomiendo no aplicar ninguno salvo que la herida se infecte, ya que la vagina tiene su propio sistema de limpieza que cubre igualmente a la zona perineal.
Mírate
Coge un espejo, y observa tu herida, conecta con ella, así podrás cuidarla mucho mejor.
¿Tienes varices?
Las duchas de agua fría reducen la tensión. ¡Pruébalo! Verás qué alivio
4. A la hora de tomar el sol...
- Manchas. Las hormonas del embarazo aún pueden seguir actuando y fomentar la pigmentación de algunas zonas de la piel (cara, manos...).
- Exposición. Evitar que el sol te dé directamente, sobre todo en las horas centrales del día, es la medida más efectiva para reducir el riesgo de que se te oscurezca la piel de estas zonas más sensibles.
- Protección. Sombreros de ala ancha y cremas solares con alto grado de protección también son una buena medida de protección.
5. ¿Bañarse en la playa o en la piscina? ¡Sí!
Quizá este es el tema más controvertido. Muchos ginecólogos recomiendan no hacer baños de inmersión hasta pasada la famosa cuarentena, pensando en las heridas (desgarros, episiotomía o cesárea) y en el riesgo de que entre agua en el útero que pueda provocar una infección (algo que nunca se ha demostrado). Yo no estoy de acuerdo.
Durante 10 años me dediqué a hacer preparación maternal en el agua a embarazadas, así que mi segundo embarazo coincidió con esta época. A los 10 días de nacer mi segunda hija estaba dando clases de nuevo, entre otras cosas, porque me hacía sentir mejor.
Con este tema me pasa como con el retomar las relaciones sexuales, creo que hay que personalizar las recomendaciones y dejar que las mujeres tomen sus propias decisiones basándose en información verdadera y contrastada (bueno, como en todo).
Si tienes una lesión pequeña (un desgarro o una episiotomía), la piel estará cicatrizada en unos 10-15 días, pero si es un poco más grande puede tardar más. Para mí no habría ningún problema en bañarse cuando las heridas de piel estén cicatrizadas, e incluso antes si lo haces en el mar o la piscina es tuya, haces inmersiones cortas, solo para refrescarte, y luego secas bien la herida.
6. Cuando hay sangrado...
Otro tema son los loquios, el sangrado que se produce después del parto y que puede durar hasta 40 días (a veces mucho menos). Si te apetece bañarte, hazlo, solo necesitas tener en cuenta que los baños deben ser cortos, y que puedes manchar el bañador o el bikini porque se desaconseja usar tampones y copas menstruales.
En definitiva, como has podido comprobar, el verano es tan buena época para tener un bebé como cualquier otra, así que disfruta y relájate, que con un bebé nunca debe haber prisas.