Los nódulos en la tiroides son crecimientos anormales que se forman en la glándula tiroides, que está situada en la parte frontal del cuello, justo debajo de la nuez. Puede notarse como un bulto o protuberancia, de un tamaño que puede ser desde muy pequeño hasta bastante grande.
Los nódulos en la tiroides son muy comunes. De hecho, se sabe que si se realizaran ecografías en esta zona, a más de un 65% de la población le descubrirían alguno. Afortunadamente, la mayoría son benignos (no cancerosos) y solo en un 4-6% de los casos se trata de un cáncer de tiroides.
Si te notas un bulto en la zona de la tiroides, no dudes en acudir al médico para que lo evalúe y determine si es benigno o maligno.
¿Qué es un nódulo en la tiroides?
La tiroides es una glándula con forma de mariposa que se encuentra en la base del cuello y su función es secretar hormonas que ayudan a regular el metabolismo. Un nódulo de tiroides puede estar producido por un acumulo de líquido (nódulo quístico) o por un crecimiento de tejido anormal de esta glándula (nódulo sólido), que acaba formando un "bulto".
"La razón principal de que los nódulos en la tiroides sean tan habituales es que son facilísimos de detectar", explica la Dra. Cecilia Liñán, endocrinóloga del Instituto Catalán de Endocrinología y de Clínica Mi Tres Torres.
Pocos órganos hay tan superficiales y de fácil acceso como la tiroides y que, por tanto, permiten encontrar enseguida cualquier anomalía a tiempo, estudiarla y actuar en consecuencia. Si pudiéramos hacer lo mismo en otras partes de organismo, asegura Liñán, posiblemente se detectarían muchos tumores a tiempo.
"No hay que asustarse ante el hecho de tener un nódulo porque no tiene por qué implicar malignidad, pero sí hay que ponerle nombre y apellidos, por tanto requiere hacer pruebas y un posterior seguimiento", afirma la endocrinóloga.
¿Quién tiene más riesgo de sufrir nódulos de tiroides?
No se conoce con exactitud qué provoca los nódulos, pero sí se sabe que es más habitual:
- En las mujeres.
- En regiones con déficit de yodo. Si la glándula no ha recibido suficiente yodo tiene que "trabajar" más de la cuenta y esto estimula la proliferación de células y, por tanto, la posible aparición de nódulos.
- En personas o pacientes que han recibido radiación en cabeza y cuello.
- También hay personas que, por su predisposición genética, son más propensas a la formación de nódulos en la tiroides o en otras partes del cuerpo.
Estas serían cuestiones objetivas ampliamente contrastadas, pero la Dr. Liñán asegura que, aunque no hay investigaciones que lo demuestren, por su experiencia médica puede asegurar que este tipo de problemática es más común en personas que han pasado por periodos de estrés intenso o ansiedad (muerte de un ser querido, pérdida de trabajo...). Por tanto, el estrés podría considerarse un factor de riesgo.
¿los nódulos de tiroides se notan al palpar el cuello?
Los nódulos no suelen provocar ningún síntoma. Por eso, lo más habitual es que te los detecte el médico de familia en una exploración rutinaria del cuello, por ejemplo si has sufrido un resfriado, una gripe o una infección de garganta. También pueden descubrirse de forma casual con una ecografía de la zona que te realicen por algún otro motivo.
En ocasiones, si son muy superficiales (y no hace falta que sean muy grandes) puedes notártelos tú mismo al palpar el cuello o incluso puedes "verlos" cuando te miras al espejo, como si tuvieras pequeña canica en el interior del cuello. Cuando esto ocurre es fácil pensar que se trata de un ganglio inflamado, pero el consejo es que, ante cualquier "bulto" extraño, conviene acudir al médico para salir de dudas. Y aunque generalmente no dan síntomas, a veces, si son muy grandes, pueden provocar dificultad para tragar o respirar, o molestias en el oído o en la mandíbula.
¿Qué pruebas se hacen si te detectan un nódulo en la tiroides?
Si te has descubierto un bulto sospechoso, hay que acudir siempre al endocrino para, tal y como asegura la Dra. Liñán, poner "nombre y apellidos" al nódulo.
El objetivo es analizar si el nódulo afecta a la función de la tiroides y cómo es su estructura para descartar que no sea maligno. Para ello se hace:
- Análisis de sangre. Así se comprueba de entrada que el nódulo no afecte a la función tiroidea. Y es que en ocasiones pueden provocar un hipertiroidismo.
- Ecografía. Paralelamente a la analítica se realiza esta prueba de imagen que permite estudiar las características del nódulo: si es grande o pequeño, si hay uno o varios... La ecografía da pistas al médico para sospechar del riesgo de malignidad del nódulo.
- Punción o PAAF (punción-aspiración con aguja fina). Si los nódulos son grandes (mayores de 15-20 mm) o de "aspecto" sospechoso para el endocrino, se realiza una punción para extraer una muestra y ser analizada posteriormente en laboratorio. Si el nódulo es grande pero el endocrino sospecha claramente que es un quiste de líquido no se realiza la punción. Esta prueba es prácticamente indolora y normalmente la hace el especialista en la propia consulta, así que no debe asustarte.
Si los resultados de la punción dan señales de malignidad y se sospecha de un carcinoma se valora la opción de la cirugía. En estos casos, se suele realizar una extirpación quirúrgica de la totalidad o parte de la glándula tiroides, mediante una tiroidectomía. De todas maneras, el cáncer de tiroides tiene en la mayoría de los casos buen pronóstico.
¿Qué ocurre si el nódulo crece?
Si las pruebas realizadas descartan que el nódulo sea maligno, basta con hacer revisiones cada 6 meses o un año para controlarlo. Una señal clara que alerta a los médicos es su crecimiento.
Si en ese tiempo el nódulo "está" igual es señal clara de benignidad porque quiere decir que esas células que han proliferado formando un bulto no van a provocar mayor daño, pero si se observa que ha crecido hay que volver a hacer pruebas, porque en ese crecimiento puede haber alguna atipia.