La diabetes aparece cuando nuestro organismo no produce insulina (la conocida diabetes tipo 1, que aparece en la infancia) o cuando no la aprovecha bien (es lo que ocurre en la diabetes tipo 2, que es la que se desarrolla con la edad y, muchas veces, por malos hábitos).
Sin insulina, o sin un correcto funcionamiento de la misma, nuestras células no pueden aprovechar la energía de los alimentos, y esto provoca una serie de síntomas que debes conocer para detectar el trastorno lo antes posible y evitar que se complique.
Para luchar contra la diabetes la educación es una de las principales herramientas con las que contamos. A continuación te mostramos los principales cambios y síntomas que unos niveles altos de azúcar provocan en el cuerpo.
sed excesiva
Tener más sed de lo habitual “es uno de los signos clásicos de la diabetes, junto al aumento del volumen de orina”, nos confirma el doctor Juan José Chillarón, jefe de la Sección de Diabetes e investigador del IMIM, ambos del Hospital del Mar.
“Los riñones eliminan glucosa por la orina cuando los niveles en sangre son superiores a 180 mg/dL aproximadamente”, matiza el experto. Una cifra bastante alta, porque se habla ya de diabetes cuando el azúcar en sangre supera los 125 mg/dL. Pues bien,"al eliminar la glucosa se arrastra también agua. Esto lleva consigo una deshidratación. Y el cuerpo reacciona ante ello provocando más sed”, aclara.
hambre constante
Tener hambre a todas horas sin conseguir saciarte suele darse cuando hay un déficit importante de insulina.
“La insulina facilita la entrada de la glucosa a las células. Cuando no hay suficiente, no se pueden ‘alimentar’, por mucho que los niveles de glucosa en sangre sean muy elevados”, expone el doctor Chillarón. Y el cerebro responde a esta falta de alimento para las células activando la sensación de hambre.
Al incrementar las ingestas, se eleva aún más el azúcar en sangre pero las células no pueden aprovecharlo.
Pérdida de peso sin motivo
Muchas veces, y a pesar de comer de más, se adelgaza. Este síntoma tiene mucho que ver con el proceso anterior porque, al no poder aprovechar la glucosa, el cuerpo utiliza la grasa almacenada como fuente de energía, quemándola.
cansancio
Es posible que te notes sin fuerzas a pesar de descansar lo suficiente. La deshidratación que provoca ir tanto al baño es una de las causas. La otra, que las células no puedan aprovechar bien la energía de los alimentos (que se transforma en glucosa).
Visión borrosa
Si te cuesta enfocar los objetos y los ojos te pican, la diabetes puede estar detrás. La deshidratación afecta a todos los órganos, también a los ojos. Si no están bien lubricados, es más fácil que aparezcan las molestias propias de la vista cansada o presbicia.
infecciones frecuentes
Las infecciones por hongos (como el pie de atleta o la candidiasis) y por bacterias (como la E. coli), son más comunes.
La deshidratación reseca piel y mucosas, que se debilitan y son más susceptibles a infecciones. Eso provoca que disminuyan los niveles de una proteína producida precisamente en la piel (la psoriasina), una sustancia fundamental para eliminar la bacteria E. coli; por eso cuando el cuerpo no tiene suficiente, aumenta el riesgo de infecciones de orina en personas con la glucosa alterada, tal y como alerta un reciente estudio publicado en Nature Communications.
Además, el azúcar alto en sangre altera el pH de la dermis, y esto también favorece el crecimiento de hongos y levaduras.
hormigueo en pies y manos
Además de hormigueo, puede darse una falta de sensibilidad. Suele notarse cuando los niveles altos de azúcar en sangre acaban dañando los nervios, normalmente de manos y pies. Se conoce como neuropatía diabética.
Hasta el 15 % de pacientes en el momento del diagnóstico ya sufren esta alteración. “Y esto supone que, como mínimo, presentaban niveles elevados de glucosa los cinco años anteriores”, nos cuenta el doctor Chillarón.