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Dra. Rita Sahún Font
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Licenciada en Medicina y Cirugía
Se trata de un proceso multifactorial, por lo que, al detectarse la presencia de bruxismo, siempre debe valorarse al individuo como un todo, y no centrarse únicamente en las lesiones odontológicas que presente.
El bruxismo se define como una actividad parafuncional, diurna o nocturna, caracterizada por episodios inconscientes de apretamiento, rechinamiento o frotamiento dentario.
¿Qué son los hábitos bucales parafuncionales?
Se consideran hábitos a los comportamientos obtenidos a través de la experiencia, sobre los que el individuo tiene poco control voluntario, y que se realizan de forma automática.
Los hábitos bucales se pueden clasificar en:
- Fisiológicos, que incluyen hábitos como la respiración nasal, la masticación, fonoarticulación (procesos motores implicados en el acto de hablar) y la deglución.
- Parafuncionales, sin propósito funcional, tales como la succión digital o labial, el hábito de colocar la lengua sobre los dientes, la mordedura de objetos, el acto de morderse, lamerse o succionar los labios de forma excesiva y continua, el hábito compulsivo de comerse las uñas, o el bruxismo.
Los hábitos bucales parafuncionales pueden repercutir en el desarrollo de los dientes, en su posición, y en la función de la musculatura de la boca y de la cara.
¿Por qué se produce el bruxismo?
El bruxismo es una parafunción en la que existe una actividad muscular disfuncional (que no funciona como corresponde), que se caracteriza por la presencia de movimientos repetitivos, sin propósitos funcionales aparentes, y que se centran especialmente, en apretar o en rechinar los dientes.
El bruxismo puede ocurrir durante el sueño o la vigilia y se asocia, de forma indiscutible, a personas a las que se atribuye estrés (con éste término se engloba a diversos estados psicológicos, psicosociales y psicóticos, como depresión, ansiedad, hostilidad, ansiedad fóbica, ideación paranoide, bipolaridad, trastornos de la conducta alimentaria y angustia, entre otros).
El bruxismo es un trastorno frecuente, sin diferencias significativas en cuanto a la presentación por sexos, con una disminución de la prevalencia al aumentar la edad. El bruxismo del sueño es a menudo coexistente con el de la vigilia.
Hablamos de bruxismo primario cuando los episodios se producen en ausencia de cualquier condición médica o trastorno del sueño previo, o bien el uso de medicación o drogas.
Se considera secundario si se presenta en pacientes con otras patologías médicas o psiquiátricas concomitantes, como epilepsia, enfermedad de Parkinson, trastornos respiratorios relacionados con el sueño, enfermedad de Hungtinton, depresión, ansiedad u otros.
Se considera bruxismo iatrogénico cuando la presencia de actividad parafuncional es desencadenada por el uso de fármacos o bien por la retirada de los mismos.
Se plantean como factores que predisponen al bruxismo:
- Factores morfológicos: anatomía orofacial, morfología de la articulación / oclusión.
- Psicosociales: estrés, ansiedad, factores de personalidad (competitividad).
- Factores biológicos y fisiológicos: lesiones traumáticas, herencia, microdespertares, trastornos respiratorios relacionados con el sueño, compuestos neuroquímicos.
- Factores exógenos: medicación, drogas (éxtasis, anfetaminas, cocaína…), alcohol, cafeína, tabaco.
- Situaciones de comorbilidad: síndrome de déficit de atención, trastornos del movimiento (Parkinson, Hungtinton…), demencia, epilepsia, reflujo gastroesofágico.
Clínica y diagnóstico
El bruxismo con el tiempo provoca desgaste y daño de los dientes. Estos movimientos repetidos e incontrolados pueden erosionar y desgastar el esmalte y la dentina en las coronas de los dientes, e incluso puede dañar coronas dentales metálicas o cerámicas, y hacer que los dientes se vuelvan móviles.
Con frecuencia el daño es peor en personas que sufren enfermedad por reflujo gastroesofágico y/o apnea obstructiva del sueño.
También se pueden desarrollar dolor de cabeza y cuello y/o dolor en la mandíbula a causa de la contracción muscular repetida.
Aunque el diagnóstico se basa generalmente en la presencia de ruidos de rechinamiento dentario durante el sueño y la presencia de signos y síntomas clínicos, tan solo los datos obtenidos de los registros electromiográficos de la actividad de la musculatura masticatoria pueden confirmar el diagnóstico.
Para el diagnóstico del bruxismo del sueño, la mejor prueba diagnóstica es la polisomnografía.
La evaluación clínica exhaustiva de la cavidad oral puede poner de manifiesto la presencia de alteraciones sugestivas de rechinamiento o apretamiento dentario como: hipertrofia de músculos faciales, indentaciones en los bordes laterales de la lengua, presencia de desgaste dental, dolor a la palpación de la musculatura masticatoria, dolor en la palpación de las articulaciones temporomandibulares y presencia de dolores de cabeza matutinos.
Tratamiento
La primera aproximación terapéutica en un paciente con bruxismo es la educación: explicarle al enfermo, de forma amplia y sencilla en qué consiste la enfermedad, así como las ventajas y limitaciones de las distintas opciones terapéuticas.
Controlar los factores exógenos como disminuir el estrés y facilitar la relajación muscular son importantes para mejorar la capacidad de afrontar la enfermedad.
También es clave aplicar estrategias de modificación de conductas que influyan en el control de los factores de riesgo reconocibles (consumo de alcohol, tabaco, cafeína y drogas), o realizar educación relacionada con la higiene del sueño y técnicas de relajación.
El tratamiento requiere que el individuo trate de reducir conscientemente el bruxismo mientras está despierto.
- Las prótesis bucales plásticas (protectores nocturnos), que evitan el contacto al estar entre los dientes, pueden usarse durante el sueño. Son útiles cuando el bruxismo cursa con sintomatología dolorosa muscular y para prevenir los efectos que las fuerzas oclusales parafuncionales tienen sobre las piezas dentarias.
- Cuando los síntomas son graves, también pueden usarse protectores durante el día. En general, estos dispositivos son personalizados para cada individuo y son adaptados por el dentista. Sirven tanto para proteger los dientes, evitando el roce entre ellos, como para recordar que no deben ser apretarlos.
- Si el único problema es el desgaste de los dientes, existen dispositivos moldeables con calor de venta libre que el paciente puede moldear en su casa (como los que usan algunos deportistas), pero antes debe hacerse una evaluación odontológica para definir la gravedad del desgaste y determinar si un dispositivo de venta libre es adecuado.
- Los ansiolíticos leves, especialmente las benzodiazepinas, pueden ayudar hasta tener un protector bucal nocturno adecuado, pero no deben usarse por períodos prolongados. De hecho son muchos los fármacos que han sido usados, experimental o clínicamente, para tratar el bruxismo. Estos fármacos (incluye a benzodiacepinas, anticonvulsivantes, betabloqueantes, toxina botulínica y otros) pueden ayudar a controlar el bruxismo, aunque su uso debe limitarse a situaciones puntuales de agudización del hábito y siempre dentro de un abordaje integral y multidisciplinar, que tenga en cuenta los efectos secundarios potenciales, así como la tolerancia y dependencia que puede desarrollarse con un uso continuado.
- El tratamiento odontológico solo debe ser parte del manejo global del bruxismo y dependerá de la causa del desorden. En los casos severos, puede llegar a ser muy complejo y de pronóstico poco predecible.
En la actualidad se plantea que el tratamiento del bruxismo debe ser interdisciplinar, con participación de odontólogos, psicólogos, neurólogos, psiquiatras y otros especialistas.