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Dispepsia

El término dispepsia proviene del griego y equivale a «mala digestión». Es un concepto confuso que incluye tanto las molestias que se producen a nivel abdominal tras la ingesta de alimentos como durante la ingesta.

Dispepsia
Foto autorDra. Rita Sahún Font

Licenciada en Medicina y Cirugía

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Dra. Rita Sahún Font

Licenciada en Medicina y Cirugía

Se entiende por dispepsia al conjunto de molestias abdominales persistentes o recurrentes, localizadas en el hemiabdomen superior o el epigastrio, que a menudo están relacionadas con los alimentos y que comprenden dolor o malestar epigástrico, distensión, eructación, flatulencia, sensación de plenitud, saciedad precoz y náuseas.

La dispepsia es un motivo de consulta común. Su elevada frecuencia conlleva un consumo considerable de recursos sanitarios y tiene un impacto importante sobre la calidad de vida y la productividad laboral.

Factores de riesgo

Los fármacos, especialmente los antiinflamatorios, son una causa frecuente de dispepsia También lo son las situaciones de estrés y la ansiedad, especialmente en el caso de la dispepsia funcional.

Los factores asociados a la dispepsia funcional no están claramente establecidos, aunque entre los mecanismos propuestos se incluyen alteraciones de la función motora y de la sensibilidad visceral, mecanismos relacionados con la respuesta a las infecciones o a alteraciones de la inmunidad o manifestaciones de desajustes psicológicos. Algunos estudios también sugieren una cierta predisposición genética.

Los antiinflamatorios (AINE) y la aspirina (AAS) incrementan el riesgo de úlcera péptica, así como la edad (mayor de 60 años), el uso de anticoagulantes o de corticosteroides, y la utilización simultánea de múltiples antiinflamatorios.

La infección por H. pylori también se asocia estrechamente con la presencia de úlcera duodenal y gástrica.

Se consideran factores de riesgo:

  • Edad: la presencia de dispepsia reciente (últimos 3-6 meses) disminuye con la edad, pero con ésta incrementa el número de personas que sufren dispepsia.
  • Dieta: las dietas pobres en fibra y ricas en féculas y especias, acompañadas de una mala masticación, ingesta rápida y con desorden en los horarios, incrementa la presencia de dispepsia.
  • Personalidad: las personas hipocondríacas o con respuestas negativas frente a los problemas cotidianos presentan más dispepsia.
  • Estrés: el tubo digestivo se ve afectado por las variaciones del estado psíquico. La ansiedad, el miedo, la agresividad, la depresión, el estrés, pueden producir alteraciones motoras o secretoras digestivas, que conllevan manifestaciones de dispepsia.
  • Obesidad y vida sedentaria: el peso excesivo y la falta de ejercicio provocan una relajación de la pared muscular abdominal, con acumulación de gases y enlentecimiento de la motilidad intestinal, provocando estreñimiento, distensión abdominal, eructos, pesadez post-ingesta.
  • Tóxicos: el tabaquismo, el alcohol, y el consumo de fármacos, especialmente antiinflamatorios.

Dispepsia funcional

La dispepsia funcional se define como aquella que no está relacionada con alteraciones orgánicas (gastritis, esofagitis por reflujo), infecciosas (infección por Helicobacter pylori), metabólicas (hipotiroidismo, acidosis) o inducidas por fármacos o por alcohol.

Tiene su origen en una percepción anómala del paciente o en una alteración de la función del tracto digestivo superior.

Características de la dispepsia

Se distinguen varios subgrupos de dispepsia:

De tipo ulceroso:

  • el dolor se alivia con la ingesta o con la toma de antiácidos y/o fármacos antisecretores,
  • dolor epigástrico (en la boca del estómago),
  • dolor que a veces despierta al paciente,
  • dolor que presenta remisiones y recurrencias,
  • dolor antes de la ingesta o con hambre.

Dismotilidad:

  • el dolor no es el síntoma dominante,
  • saciedad precoz,
  • plenitud tras la ingesta,
  • náuseas,
  • molestias en abdomen superior agravadas por la ingesta,
  • arcadas o vómitos recurrentes,
  • sensación de hinchazón sin distensión importante.

Dispepsia idiopática: cuando no puede incluirse en los grupos anteriores.

Dispepsia por reflujo gastroesofágico:

  • pirosis,
  • regurgitación ácida de alimentos,
  • ardor o malestar epigástrico.

Diagnóstico y tratamiento

Cualquier síntoma localizado en el abdomen superior incluyendo dolor o malestar, ardor, náuseas o vómitos, debe orientar a un diagnóstico inicial de dispepsia.

La historia clínica detallada debe incluir preguntas sobre estilos de vida, toma de fármacos, sobre todo AINE y/o AAS, y antecedentes personales (úlcera gástrica previa, cirugía gástrica, cáncer gástrico, infección por H. pylori, entre otros) y/o familiares significativos.

En los pacientes con uno o más síntomas y signos de alarma y en los pacientes cuyos síntomas se han iniciado a una edad mayor de 55 años, aún en ausencia de síntomas de alarma, se recomienda una endoscopia digestiva alta para descartar la presencia de un tumor maligno gastroesofágico.

En todos los pacientes con dispepsia se recomienda dejar de fumar, reducir la ingesta de alcohol y tratar el sobrepeso como medidas higiénico-dietéticas coadyuvantes al tratamiento específico.

En el caso de la dispepsia asociada con AINE y/o AAS se recomienda, si es posible, la supresión del fármaco y/o asociar un antisecretor.

En los pacientes con dispepsia menores de 55 años y sin signos ni síntomas de alarma se recomienda realizar una prueba del aliento para diagnosticar la presencia de H. pylori.

  • En caso de que exista un tiempo de espera prolongado para realizar la prueba se puede optar por administrar antiácidos hasta la realización de la prueba del aliento o, si el control sintomático es inadecuado con antiácidos, tratamiento con inhibidores de la bomba de protones (IBP) durante 4 semanas y realizar la prueba del aliento tras haber suspendido este tratamiento al menos durante 14 días.
  • En los pacientes infectados por H. pylori se debe administrar tratamiento erradicador. Se recomienda control mediante prueba del aliento y retratamiento de todos los pacientes con infección persistente después del tratamiento erradicador inicial.

En los pacientes no infectados por H. pylori se debe administrar un tratamiento antisecretor con IBP durante 4 semanas.

La persistencia de los síntomas de reflujo (pirosis y regurgitación) en ausencia o tras la curación de la infección por H. pylori debe de orientar a la presencia de reflujo gastroesofágico.

La posibilidad de endoscopia debe valorarse en función de la sintomatología y del riesgo subyacente de enfermedad grave, especialmente neoplásica. Se sugiere mantener un gran índice de sospecha clínica y no retrasar excesivamente la endoscopia en pacientes con síntomas recurrentes.

La endoscopia normal en pacientes con síntomas dispépticos recurrentes nos permitirá establecer el diagnóstico de dispepsia funcional. Podría ser razonable incluir la práctica de una biopsia de duodeno para descartar una celiaquía.

En la dispepsia funcional es muy importante proporcionar una adecuada información al paciente sobre la naturaleza benigna y crónica de su problema de salud, y de cómo pueden influir los tratamientos propuestos en la mejora de sus síntomas.

También deben recomendarse las medidas higiénico-dietéticas adecuadas y si es necesario las modificaciones de los estilos de vida. El tratamiento farmacológico está orientado a la resolución de los episodios sintomáticos.

Como opción terapéutica de primera línea se recomiendan los antisecretores, especialmente los IBP en dosis estándar durante 4 semanas. En pacientes con predominio de la distensión y la saciedad precoz, se recomienda administrar un procinético. Si la respuesta al tratamiento inicial es satisfactoria, se puede intentar la retirada del fármaco. Ante una nueva recidiva de los síntomas valorar la utilización del mismo fármaco en forma de tratamiento a demanda o de forma intermitente.

Si la respuesta a los IBP no es satisfactoria debemos insistir en las medidas higiénico-dietéticas, y aumentar la dosis del fármaco. También son opciones aceptables realizar tratamiento inicial con IBP en todos los pacientes o empezar con la combinación de un IBP y un procinético.

En pacientes con dispepsia funcional y síntomas resistentes al tratamiento de primera línea se sugiere considerar el uso de antidepresivos.

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