La doctora Whitney Bowe comparte sus secretos de belleza y salud en su libro “Piel radiante, intestino sano”. Un título que resume muy bien su trabajo, y es que para ella la base de una piel sana está en cuidar nuestra flora intestinal.
La dermatóloga conoce muy bien, y desde hace mucho, la importancia de que los diferentes microbios que conviven en nuestro organismo estén en equilibrio, tal y como nos explica ella misma.
Cuando era una niña se infectó de la bacteria Clostridium difficile y estuvo años luchando contra ella, ¿verdad?
Sí. Mis médicos, incapaces de identificar el origen de mi dolor crónico, me dieron un gran número de antibióticos que eliminaron microbios dañinos, pero también las bacterias buenas de mi intestino.
- Con tan solo 10 años empecé a conocer lo que ahora llamamos microbioma: la familia de bacterias, hongos y virus que viven dentro de nuestro organismo.
Se calcula que en la piel hay más de un trillón de bacterias
De esta prueba aprendí que mantenerlo en equilibrio es fundamental para una buena salud. Y no hay que olvidar que la piel, precisamente, refleja nuestro estado de salud.
De hecho, para el cuidado de la piel usted apuesta por una visión holística.
Comprender la relación intestino-cerebro-piel es fundamental para lucir una piel radiante: existe un vínculo que conecta el cerebro con la piel a través de lo que sucede en los intestinos.
- En base a ello, abordo afecciones crónicas de la piel como el acné, la rosácea, el eccema y también el envejecimiento prematuro a través de cambios en el estilo de vida que incluyen dieta, ejercicio, técnicas para dormir mejor y controlar el estrés, sin olvidar herramientas específicas, eficaces y probadas, para cuidar la piel.
Ayudo a mis pacientes, y ahora a mis lectores, a abordar la causa subyacente de estas afecciones para llegar directamente a la raíz del problema y conseguir una piel que luzca saludable de forma duradera.
- Pero no solo su piel se beneficia: mis pacientes también ganan energía y perseverancia, se sienten menos estresados y pierden peso.
En su libro habla de los probióticos como los nuevos antibióticos. ¿Por qué?
En lugar de deshacernos indiscriminadamente de los microorganismos, buenos y malos, con antibióticos, tenemos la opción de apoyar a los beneficiosos: es la única forma de ganar la guerra contra las superbacterias y ayudar a millones de personas que no saben qué hacer con las afecciones crónicas de su piel.
- Lo primero que hay que hacer es sustituir los alimentos azucarados y procesados por productos fermentados, ricos en fibra y antioxidantes. Estos alimentos aportan al intestino tanto prebióticos como probióticos, que ayudan a mantener la buena salud de la flora intestinal.
Por supuesto, en lo que refiere a los antibióticos, el sentido común es crucial.
- Escucha siempre a tu doctor: si cree que debes tomar antibióticos, no estoy sugiriéndote que los rechaces. De hecho, yo misma los recomiendo a mis pacientes cuando los considero necesarios.
- Aunque espero que tanto médicos como pacientes empiecen a plantearse de una forma más crítica su decisión de recetar o solicitar este tipo de fármacos, teniendo en cuenta el problema con respecto a los antibióticos al que nos estamos enfrentando.
la piel, reflejo de lo que comemos
¿Cuáles serían las principales recomendaciones dietéticas para cuidar nuestra piel?
1. Apuesta por los alimentos integrales y sin procesar. Se ha demostrado científicamente que los azúcares y los hidratos de carbono refinados tienen relación con el acné y el envejecimiento prematuro.
La comida basura, pobre en fibra, estanca la digestión y perturba a los microorganismos del intestino, lo que favorece la permeabilidad intestinal y la inflamación.
- Sustitúyelos por alimentos frescos y enteros como verduras de hoja verde, espárragos, pimientos, cebollas, huevos de gallinas criadas en libertad, pescado salvaje, pollo de corral ecológico…
- A la hora de ingerir hidratos de carbono, prioriza los menos procesados como la avena, la quinoa, los boniatos, los panes multigrano o los arroces salvaje, integral o basmati.
2. Elige bien los productos lácteos que tomas. Las proteínas, el suero y la caseína de la leche pueden alterar los niveles de insulina y desencadenar una reacción inflamatoria.
- Aunque otros productos lácteos, como la mayoría de quesos y yogures, contienen probióticos que refuerzan el microbioma y reducen la inflamación.
Opta siempre por los que no lleven azúcares añadidos
3. Ten en cuenta que no todos los probióticos son iguales. Algunos son más eficaces que otros.
- Por ejemplo, se ha demostrado que algunas cepas de lactobacilos (que pueden tomarse por vía oral) mejoran la salud de nuestra barrera cutánea, manteniendo la piel nutrida e hidratada y protegiendo la piel de los efectos dañinos de los rayos UV.
Y otras de bifidobacterias también contribuyen a proteger nuestra piel de los daños del sol.
- Aunque no recomendaría reemplazar el protector solar por un probiótico, si se usan juntos ofrecen una protección solar mejorada. Y esto, además de reducir el riesgo de cáncer de piel también ayuda a luchar contra las arrugas y otros signos de envejecimiento prematuro, como las manchas.
- Tampoco hay que olvidarse de los prebióticos. Incorporarlos a tu dieta es otra forma de que tu microbioma crezca y se diversifique. Las mejores fuentes de prebióticos son las hojas de diente de león, la raíz de achicoria, el ajo, el puerro, la cebolla y los espárragos.
¿Hasta qué punto influyen los alimentos con un alto índice glucémico?
Los hidratos de carbono refinados (que tienen un alto índice glucémico o IG) encabezan la lista de los alimentos que más influyen en una mala salud de la piel.
- Esta relación se da especialmente con el acné: numerosos estudios han demostrado que las personas propensas a este trastorno cutáneo que reducen su consumo de azúcar y pasan a consumir alimentos con un IG bajo reducen la gravedad y el número de brotes.
- Existen múltiples razones biológicas para explicar esta conexión, pero destaca especialmente el efecto que los carbohidratos refinados tienen sobre el aumento del azúcar en sangre, que a su vez puede aumentar las hormonas que estimulan la producción de sebo.
Estas hormonas pueden incluso cambiar la composición de la grasa de la piel, haciéndola más propensa al acné. Incluso diría que los carbohidratos refinados agravan la mayoría de las afecciones de la piel.
Elige muy bien tus cosméticos
Ciertos hábitos de higiene, además de lo que comemos, también perjudican nuestra piel.
Sí. El abuso de fuertes tensioactivos (como los sulfatos) en nuestros limpiadores y jabones están causando que la diversidad de las bacterias de nuestra piel disminuya.
- Algunas de las moléculas que propician la formación de las burbujas típicas de algunos cosméticos acaban arrastrando los lípidos, grasas y microbios de nuestra piel.
Nuestros hábitos de higiene obsesivos están destruyendo nuestra barrera cutánea
- Las rutinas de belleza que se basan en muchos pasos están exponiendo a nuestra piel a un gran número de conservantes y productos químicos que alteran y comprometen, aún más, nuestra barrera cutánea.
- Las partículas de los exfoliantes granulados o arenosos son demasiado abrasivas para la delicada piel de cara, cuello y escote.
Lo mejor es optar por limpiadores cremosos y champús que no hagan espuma. Y se debe valorar, también, reintroducir los beneficios de los probióticos utilizando una crema, niebla o suero que los incluya.
¿Qué otras cosas podemos hacer para empezar a restaurar la salud del microbioma cutáneo?
Se deben reintroducir bacterias saludables en la piel, algo que puede lograrse de muchas formas. Por ejemplo, acariciando a tu mascota si la tienes, o pasando más tiempo en la naturaleza.
Se ha comprobado, mediante muestra diarias de científicos que han viajado a entornos rurales, que los cambios beneficiosos se dan en cuestión de días.