El dolor de espalda es uno de los más frecuentes y el que más bajas laborales provoca. Se estima que el 80% de la población lo sufrirá alguna vez en su vida y hasta un 20% pueden cronificarse, sobre todo si no se trata de la forma adecuada. ¿Cómo debemos actuar frente a él? ¿Conviene moverse o es mejor no hacerlo? ParaPilar Velasco, fisioterapeuta experta en Reeducación Postural Global (RPG) la respuesta es clara:
"Hay muchos tipos de dolor de espalda, y lo que hay que ver primero es la causa. Pero en casi ninguno de los supuestos que lo provocan hay que hacer reposo absoluto", afirma contundente.
"El reposo absoluto está cada vez más contraindicado en la mayoría de patologías del aparato locomotor, dolor de espalda incluido", insiste la fisioterapeuta, que también es miembro del COFICAM.
¿Por qué hacemos reposo?
"Cuando algo nos duele, el cuerpo bloquea esa zona como mecanismo de defensa y de adaptación", nos cuenta la experta. Pero esto no significa que debamos permanecer sentados, sin hacer ningún tipo de movimiento.
"Si suprimimos el movimiento totalmente, el bloqueo al final puede ser muy grande. En fisioterapia hablamos, incluso, de kinesiofobia o miedo a moverse, y si esto ocurre hay que solucionarlo cuanto antes", remarca la experta.
El motivo es el siguiente: si nos mantenemos en reposo absoluto durante mucho tiempo, los músculos se vuelven menos eficaces, aumenta la rigidez, y esto favorece que los episodios de dolor se den con más frecuencia.
¿Hasta qué punto conviene movernos?
Una vez averiguada la causa del dolor (que puede ser de origen muscular, articular o neurológico) es importante tener en cuenta que "cada persona sale de ese proceso doloroso de forma individual, cada uno reacciona a su manera", explica la fisioterapeuta.
Así, no hay un protocolo específico en cuanto a tiempos, tipo e intensidad de los ejercicios. Para Pilar Velasco la autoescucha es clave a la hora de valorar qué tipo de movimientos debemos llevar a cabo cuando nos duele la espalda. "Tenemos que saber escuchar al propio cuerpo, que es una facultad que hemos ido perdiendo. Un perro, un gato, un león... se saben estirar, se saben relajar, saben cómo escuchar su cuerpo y actúan en consecuencia", afirma.
"El dolor es un signo que nos ayuda, a veces lo vemos como algo negativo pero lo que hace es alertarnos de que no debemos continuar haciendo lo mismo que nos ha provocado ese dolor", añade.
La relajación muscular es fundamental
"Cuando hay un dolor aumenta el tono muscular y las contracturas, y esto lo que hace es bloquear las articulaciones", argumenta la fisioterapeuta.
Relajar la musculatura contribuye a combatirlo. "El agua caliente y la aplicación de calor local pueden servir, pero también la respiración y el trabajo mental", aclara la fisioterapeuta.
Y es que, para ella, las creencias mentales negativas son perjudiciales en cualquier proceso doloroso, y pueden hacer que ese dolor perdure. "La mente debe actuar a nuestro favor para disminuir el dolor, por eso afrontarlo con optimismo es fundamental", insiste.
Por qué moverte puede irte bien
El movimiento mejora la circulación. "Si hay un poco de inflamación y tú activas la circulación sanguínea, esto ayuda a movilizar también las sustancias que provocan el dolor", nos cuenta. Para lograrlo aconseja lo siguiente:
- Si caminar no te duele, puedes y deber caminar.
- Si no puedes caminar, prueba a subir una pierna despacito, luego la otra, estirarla un poquito, abrirla... Puedes hacer este tipo de movimientos articulación por articulación (tobillos, rodillas...).
- Otra opción es mover los brazos, y poco a poco la columna, si no sientes molestias al hacerlo.
Pero esto, de nuevo, no es una pauta común a todas las lumbalgias, ni a todas las personas.
"Hay determinados dolores de espalda en los que influyen otras partes del cuerpo. Por ejemplo, las molestias pueden venir de una rigidez en las piernas, y en este caso al andar podrían agravarse", explica la especialista.
Por eso, si no sabes qué hacer ante tu dolor, es importante recurrir a un buen profesional de la fisioterapia que te ayude a flexibilizar tus músculos y a desbloquear tus problemas articulares. "Eso sí, hay que hacerlo de forma suave, y empezar siempre con los tratamientos menos agresivos", matiza.
Las malas posturas también te dañan
"Estar mucho tiempo sentado en una posición en la que las curvas de la columna están sufriendo puede agravar el dolor de espalda", nos cuenta la experta. Y esto ocurre porque son tus músculos los que te llevan a estar en esa posición debido a un gran número de factores.
- "Tener una musculatura flexible y unas articulaciones menos rígidas va a facilitar que nuestra postura sea más correcta (lo que reduce el riesgo de lumbalgias). Y la manera de lograrlo es con un estilo de vida activo", aconseja.
Qué hacer cada día para evitar el dolor
¿Cómo debe ser nuestro día a día cuando el dolor ha disminuido para que las molestias no se repitan o lo hagan lo menos posible? Para la especialista hacer ejercicio a diario es imprescindible, y por eso recomienda lo siguiente:
Dedica entre 30 minutos y 1 hora al día a moverte. Puedes caminar, ir en bici, bailar, hacer ejercicio en el gimnasio... Eso sí, la intensidad debe ser suave y debes elegir el tipo de ejercicio según tus capacidades y tus gustos.
Combínalo con estiramientos, adaptados a la condición física que tengas.
La tonificación también puede irte bien, sobre todo a partir de cierta edad, porque con los años perdemos masa muscular. Pero el peso que elijas debe ser adecuado, y tienen que ser ejercicios variados.
Ni quedarse cortos ni pasarse
El sedentarismo es muy perjudicial, pero también lo son las sobrecargas musculares. Por ejemplo, hacer ejercicios de tonificación con más peso del que deberíamos, o correr mucho más de lo que estamos acostumbrados, puede acabar provocando lesiones y dolor.
"El término medio nos cuesta mucho en general. Igual que es muy nocivo pasarse horas y horas delante de una pantalla, también lo es pasarse con el ejercicio", nos explica Pilar Velasco. Escuchar al propio cuerpo, en este sentido, es igualmente fundamental.