Qué son y cómo acabar con las adherencias: rigidez y dolor en las articulaciones

Rigidez, dolor, falta de movilidad… son algunos de los síntomas típicos de las adherencias, una complicación que puede aparecer tras sufrir una herida importante tras una cirugía en alguna articulación como el codo o la rodilla. ¿Pero qué son y cómo se pueden tratar las adherencias?

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Soluciones para las adherencias
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Las adherencias provocan que los tejidos que han reparado no puedan deslizarse correctamente entre sí.

Eva Mimbrero
Eva Mimbrero

Periodista especializada en salud

Si no te has roto nada, no te has operado ni has tenido un fuerte traumatismo probablemente no hayas oído hablar de las adherencias.

Sin embargo, son un problema común en cuanto sufres una fractura de algún hueso y pueden convertirse en un quebradero de cabeza si no se tratan a tiempo.

Cómo se crean las adherencias

Las adherencias se forman debido a la respuesta que tiene nuestro organismo ante una herida. Esta respuesta se da en tres fases:

  • Una fractura, una operación o una contusión grave provocan un daño en el tejido interno que hace que se acumule mucha sangre en la zona.

Una cirugía causa una herida, un corte, en el tejido

  • Esta acumulación de sangre desencadena un aumento de colágeno, una proteína que forma fibras y actúa como una especie de “pegamento natural”, imprescindible para regenerar los tejidos y que haya una buena cicatrización.
  • Cuando la producción de colágeno es excesiva, puede acumularse en los diferentes planos de los tejidos. Se forma lo que se conoce como “adherencias”.

Qué consecuencias tienen las adherencias

Las adherencias provocan que los tejidos que han reparado no puedan deslizarse correctamente entre sí. Es como cuando las páginas de un libro se han quedado pegajosas y cuesta ligeramente separarlas”, explica al respecto Luis Torija López, vicesecretario general del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid.

  • Esto puede provocar limitaciones en el movimiento de la zona en que se ha producido la lesión, algo especialmente preocupante cuando la adherencia se forma en regiones articulares (muñecas, codos, rodillas…).
  • Además de rigidez, el afectado puede sentir también dolor al intentar estirar al máximo el tejido. “Esto puede hacer que la persona tenga todavía menos intención de moverse, lo cual, de forma perversa, hace que esas adherencias se mantengan”, advierte el fisioterapeuta.

Cómo se evitan las adherencias

Empezar a mover el tejido, siempre respetando los tiempos fisiológicos de curación, es fundamental para que no se formen adherencias”, subraya Luis Torija.

Cuanto antes empecemos el tratamiento, mejores son las expectativas de curación. Aquello de que 'no te toquen’ tiene que ser sustituido por ‘que te toque un profesional”, enfatiza el experto. Así, gracias a determinados movimientos (de flexión, de extensión…), se pretende dar movilidad al tejido, permitir que "funcione" de nuevo.

Esperar demasiado para mover puede hacer que la adherencia se mantenga en el tiempo

El movimiento puede ser pasivo (realizado por una máquina o por el fisioterapeuta) o activo (realizado por el afectado de forma consciente, con su propia fuerza).

En casa se pueden hacer también ejercicios, siempre que estén bien pautados por un fisioterapeuta. “Es importante que no aumenten el dolor y que favorezcan el deslizamiento de los tejidos”, explica Torija.

En algunos casos particulares, sobre todo para las adherencias más superficiales, pueden enseñarse también técnicas de automasaje”, añade.

¿Es bueno que duela el ejercicio de recuperación?

Precisamente respecto al dolor este experto se muestra contundente: tenemos que luchar contra una especie de cultura popular en la que la fisioterapia, para tener efecto ‘tiene que doler’. Pero no, esto no es así”, subraya.

De hecho, en muchas ocasiones, el dolor excesivo durante el tratamiento es un factor de riesgo para la formación de las adherencias. La mayoría de los estudios nos están diciendo que obtenemos mejores resultados, en menos tiempo y con mejor funcionalidad respetando tratamientos con una molestia aceptable”, afirma el fisioterapeuta.

Para que nos hagamos una idea y volviendo al símil de las páginas pegajosas de las que hablaba al principio. Si yo fuerzo para separarlas y pongo poca atención, lo más probable es que las rompa. Si lo que quiero es que se separen bien, tengo que poner atención y delicadeza”, matiza Luis Torija.

Cómo recuperar la movilidad

A veces el aumento de colágeno es tan grande que recuperar una buena movilidad cuesta mucho. Suele hablarse entonces de fibrosis o, lo que es lo mismo, una gran cantidad de tejido fibroso acumulado en la zona.

¿Qué solución tienen este tipo de pacientes? “En algunos casos operar es la mejor opción posible, aunque siempre debe ser el paciente, bien informado por su médico, quien decida si hacerlo o no”, advierte el experto.

La artrolisis es la intervención más frecuente. En ella el cirujano “limpia” la zona del exceso de bandas fibrosas. En ocasiones puede hacerse mediante artroscopia.

Es importante tener en cuenta que, para impedir que las adherencias se vuelvan a formar, después de operar habrá que ponerse, de nuevo, en manos del fisioterapeuta.

factores de riesgo de sufrir adherencias

La falta de movimiento no es lo único que favorece la formación de las adherencias. También hay que tener en cuenta…

  • Factores genéticos: “Parece que hay ciertas personas que tienen menor cantidad de unas enzimas que se encargan de eliminar el exceso de colágeno”, advierte Luis Torija.
  • Factores metabólicos: “Algunas enfermedades, como la diabetes, predisponen a una menor elasticidad de los tejidos”, continúa el experto.