Hay mujeres que piensan que hay que acudir al ginecólogo solo cuando se está embarazada o se sufre algún tipo de enfermedad relacionada con el aparato reproductor o de transmisión sexual.
Sin embargo, hay multitud de razones por las que es importante realizarse una revisión ginecológica a cualquier edad. Y no solo eso, sino realizarlas de manera periódica. De hecho, lo más recomendable es realizar, al menos, una revisión anual.
Algunas mujeres tampoco tienen claro cuándo empezar a acudir a estas revisiones. Por norma general, la mayoría de las mujeres realizan su primera visita ginecológica durante la adolescencia. Sin embargo, hay personas que realizan esa primera visita entre los 25 y los 30 años. Lo más recomendable es ir por primera tras el primer periodo o cuando se empiezan a tener relaciones sexuales.
Además, existen otras razones por las que se debe acudir a la consulta ginecológica: reglas dolorosas o muy abundantes, ausencia de menstruación durante meses, molestias en los genitales por motivos desconocidos y, por supuesto, en la etapa de la menopausia.
La Dra. Laura Martínez-Vargas, ginecóloga de Ginnova Barcelona, nos cuenta porqué es importante realizar revisiones periódicas y cuándo debería acudirse al ginecólogo por primera vez.
las Primeras visitas al ginecólogo
Antes de los 20 años, la principal utilidad de consultar al ginecólogo es para hacer una primera evaluación general de la salud reproductiva y sexual de la paciente.
Comentar las características de su menstruación para poder detectar de forma precoz posibles patologías que pueden causar ciclos irregulares, reglas muy dolorosas o sangrados menstruales abundantes que interfieran con la vida diaria de la paciente.
También es muy importante el asesoramiento anticonceptivo en aquellas jóvenes que sean sexualmente activas, para dotarlas de toda la información necesaria para que puedan elegir el mejor método para disfrutar de una sexualidad segura.
En aquellas pacientes sexualmente activas, podemos realizar cribaje de infecciones de transmisión sexual, ya que habitualmente las pacientes jóvenes son aquellas que presentan mayor riesgo de contraer alguna de estas enfermedades.
Mediante la toma de cultivos del cérvix uterino podemos detectar y tratar infecciones como las provocadas por Chlamydia o Gonococo antes de que den síntomas, evitando las consecuencias de una infección grave por estos patógenos.
Por otro lado, con una analítica sanguínea podemos detectar otras infecciones de transmisión sexual como por el VIH (SIDA), el virus de la hepatitis o la sífilis.
Otra utilidad es la de detectar posibles patrones familiares de riesgo de cánceres hereditarios.
A partir de los 20 años
A esta edad, la revisión es útil para todo lo que hemos comentado previamente: valoración de las menstruaciones, asesoramiento anticonceptivo y educación sexual.
En esta franja de edad se empieza a realizar el cribado del cáncer de cérvix. Es decir, mediante la citología cervical, se busca detectar lesiones en las células del cuello del útero que son provocadas por el virus del papiloma humano y que en un porcentaje determinado de pacientes pueden acabar en un cáncer de cérvix (o de cuello de útero).
También es un buen momento para realizar un primer asesoramiento sobre la fertilidad de la mujer. Mediante la ecografía vaginal se valoran los genitales internos (útero, ovarios y patología de las trompas de Falopio), descartando afectaciones como miomas, pólipos, quistes de ovario o endometriosis, entre otras.
Durante la década de los 30 años
Todo lo comentado previamente sigue siendo igual de importante, de modo que se vuelve a valorar la salud sexual y reproductiva global de la mujer. Se realiza el cribado del cáncer de cérvix, exploración física completa y ecografía vaginal, lo que permite detectar patologías mamarias o a nivel de genitales internos.
Durante estos años, cobra mucha más importancia hablar sobre el deseo de la paciente de ser madre, sus expectativas, y sobretodo informarla del impacto de la edad en su fertilidad, para adecuar su deseo genésico a su proyecto de vida.
La fertilidad disminuye de forma progresiva con la edad y en los últimos años hay un retraso marcado en la edad en la que las mujeres tienen el primer hijo. Este retraso en la maternidad puede llevar a las pacientes a encontrarse con dificultades para quedarse embarazadas cuando se lo proponen.
Un correcto asesoramiento en los últimos años de la década de los 20 o al principio de los 30, puede prevenir esta situación de dificultad en el embarazo en edades un poco más avanzadas.
A partir de los 40 años
Cuando entramos en la década de los 40, la exploración mamaria toma más relevancia, ya que es cuando empieza a aumentar de forma progresiva el riesgo de padecer un cáncer de mama.
Se siguen realizando todo el resto de exploraciones, pero en función de los factores de riesgo de cada paciente, se añade en un momento u otro la mamografía, puesto que es la mejor prueba para detectar de forma precoz esta patología.
Siempre se intenta inculcar sobre hábitos de vida saludables, en cuanto alimentación, la realización de ejercicio físico y el autocuidado en general, puesto que todos estos factores tienen un impacto muy importante en la salud de la mujer en todas las etapas de su vida, pero toman más relevancia aun cuando entramos en la década de los 50 años.
Entre los 45 y los 55 años
Esta es la edad media en la que los ciclos empiezan a ser más irregulares, hasta desaparecer por completo, estado al que conocemos como menopausia.
Un estilo de vida activo y saludable va a mitigar toda la sintomatología provocada por la menopausia (sofocos, palpitaciones, dificultad para dormir…), va a disminuir el riesgo cardiovascular (que se ve incrementado por la bajada hormonal a partir de la menopausia) y va disminuir el riesgo de muchas otras patologías en general que vemos con más frecuencia en esta franja de edad.
A su vez, es importante una dieta equilibrada y rica en calcio, la realización de ejercicio de bajo impacto y exponernos al sol durante unos minutos al día (en las horas menos perjudiciales, por ejemplo, a las 9h de la mañana) para mejorar la salud ósea. La densidad del hueso también se ve resentida por la bajada de estrógenos que conlleva la menopausia, lo que aumenta el riesgo de padecer osteoporosis y fracturas.
En esta etapa de la vida la sexualidad también presenta cambios, con lo que tu ginecólogo o ginecóloga también te puede ayudar o orientar.
revisiones ginecológicas entre los 60 y 70 años
Las mismas consideraciones se dan para las franjas de edad de los 60 y 70 años, en las que es recomendable seguir haciendo las pruebas para la detección precoz de cáncer de mama y cáncer de cérvix (en función de los factores de riesgo de cada mujer).
La revisión ginecológica también es una buena oportunidad para realizar un chequeo general mediante la realización de analíticas periódicas, puesto que el metabolismo sufre cambios también a partir de la menopausia, lo que hace a la mujer más propensa a afectaciones como la dislipemia (alteraciones de los lípidos o el colesterol) o la hipertensión arterial.
Teniendo en cuenta todo esto, es recomendable acudir al ginecólogo una vez al año para el cribaje de la patología mamaria, ovárica y uterina, así como para valorar el estado de salud global de las pacientes y la calidad de su vida sexual y reproductiva.