La textura, el color y el olor del flujo puede ser indicativos de que hay una infección vaginal o una enfermedad de transmisión sexual.
Tener flujo es algo complemente normal y necesario para que la vagina esté nutrida e hidratada. En la vagina hay glándulas que, estimuladas por los estrógenos, segregan fluidos. Por eso, cuando descienden en picado estas hormonas al llegar la menopausia, una de las consecuencias indeseadas es la sequedad vaginal. Pero los cambios en el flujo pueden ser indicativos de infecciones vaginales o infecciones de transmisión sexual.
¿Cómo es un flujo normal?
Un flujo normal es transparente, fluido y no huele. También entra dentro de la normalidad que cambie a lo largo del ciclo por el influjo de las hormonas, por eso durante la ovulación es más espeso.
Pero cuando hay cambios en este sentido, puede ser indicativo de algún trastorno. Laura Cortés, ginecóloga de Women's Carmona Dexeus asegura que hay que estar especialmente atenta a tres señales:
- Si el color se vuelve grisáceo o verde-amarillento.
- La textura es cremosa, grumosa o arenosa.
- Y sobre todo si el olor es intenso y desagradable.
La ginecóloga asegura que normalmente estas señales no vienen solas, sino que suelen acompañarse de molestias en la zona como picor, irritación o escozor. En estos casos, conviene acudir al ginecólogo para averiguar y tratar lo que está alterando el flujo.
¿Qué indica un flujo blanco y espeso?
La vagina está poblada de hongos y bacterias (flora vaginal) de forma natural, cuya función es mantener esta zona en perfecto equilibrio, pero si este equilibrio se altera por tomar antibióticos, por una bajada de defensas debido al estrés o por cualquier otra causa, puede aumentar el crecimiento de determinados hongos o bacterias de la vagina y provocar infecciones.
Una de las más habituales es la infección por cándidas (un tipo de hongos). En estos casos el flujo vaginal tiene aspecto de placas cremosas y blanquecinas (como si fuera queso cottage) y hay quemazón y picor.
¿Qué revela un flujo amarillo verdoso o con mal olor?
Puede tratarse de una vaginosis bacteriana. Se debe a una proliferación de bacterias vaginales como la Gardnerella vaginalis o la Atopobium vaginae. El flujo suele ser grisáceo o verdoso-amarillento y con un fuerte olor a pescado.
Las infecciones de transmisión sexual (ITS) provocadas por Trichomona también provocan un flujo verdoso, amarillo o gris y se acompaña de mal olor.
La ITS por Gonococo se acompaña de flujo amarillento y cursa con ardor en la zona vaginal.
¿Qué indica si el flujo pica mucho?
Si el flujo es blanco, con grumos e intensos picores, puede tratarse de clamidia, una de las ITS más frecuentes que existe. Esta infección también provoca ardor al orinar y molestias en la parte baja del abdomen y durante las relaciones.
También origina pérdidas de sangre entre reglas o después de las relaciones, por lo que hay que estar muy atenta a este síntoma.
Las ITS como la clamidia han aumentado mucho en los últimos años. Estas infecciones, a diferencia de las cándidas o la vaginosis bacteriana, es que no solo afectan a la vagina, sino que puede llegar hasta el útero y los ovarios provocando enfermedad inflamatoria pélvica.
En estos casos, además de un flujo anómalo, aparecen síntomas como fiebre o fuerte dolor abdominal que no deben dejarse pasar porque podría complicarse.
¿Qué significa un flujo marronáceo o rosado?
La Dra. Cortés afirma que esta es una señal clara de que ha habido un sangrado. Con el tiempo la sangre se oxida y el flujo se torna marronáceo. En estos casos, obviamente, hay que averiguar el origen del sangrado:
Lo primero que hace el ginecólogo es revisar la vagina con el espéculo para comprobar que no haya heriditas causadas, por ejemplo, por las relaciones sexuales.
Descartado este supuesto, es obligado averiguar que la procedencia del sangrado no sea el cuello del útero. Cuando hay lesiones cancerígenas en esta zona por el virus del papiloma (cáncer de endometrio, que en realidad es el que afecta al útero), una de las consecuencias más comunes es el sangrado.
Malos hábitos que pueden alterar el flujo vaginal
Según la Dra. Cortés, los malos hábitos o situaciones que irritan la zona vulvovaginal también favorecen infecciones que cursan con alteraciones en las secreciones vaginales.
- Llevar ropa muy ajustada y sintética que impide una correcta transpiración. La zona queda humedecida y aumenta el riesgo de que se sobreinfecte. Lo mismo ocurre si te dejas el bañador humedecido mucho tiempo.
- El uso continuado de salvaslip. Al fabricarse en materiales muy absorbentes puede acabar generando el efecto contrario: reseca la zona y desequilibran la flora vaginal.
- Olvidarse un tampón. La Dra. Cortés asegura que es mucho más común de lo que la gente imagina: "la señal inequívoca en estos casos es que el olor del flujo resulta, literalmente, fétido. El tampón se adentra tanto en la vagina que no sale solo y lo tiene que acabar sacando el ginecólogo. La mujer nota molestias, sensación de peso, irritación y, como decíamos, el flujo huele muy mal" .
Por qué no debes automedicarte si notas cambios en el flujo
"Sea cual sea el cambio que observes en el flujo vaginal –insiste la Dra. Laura Cortés–debe acudirse al ginecólogo. Mucha gente va a la farmacia en busca de cualquier crema pero esto no es la solución".
"Para determinar el tratamiento adecuado, primero hay que averiguar la causa que provoca la anomalía. Y para ello deben realizarse pruebas: revisar la vulva y la vagina, hacer una ecografía del úteroy una citología (sobre todo si el flujo es rojizo o marronáceo) y realizar un cultivo para analizar los microorganismos presentes en el flujo".
Bibliografía