La obesidad en niños podría deberse a una alteración cerebral

Un estudio del Hospital del Mar ha demostrado que los niños con obesidad tienen hiperexcitadas ciertas zonas del cerebro. Esto les provoca una ansiedad constante por comer que no pueden controlar.

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Soledad López
Soledad López

Periodista especializada en salud

Detectan alteraciones en el cerebro de los niños obesos
iStock by Getty Images

En los niños, normalmente se vincula la obesidad a los malos hábitos alimentarios o al consumo excesivo de alimentos muy calóricos y agradables al paladar.

Pero la facilidad de acceso al cajón o al armario de las galletas no sería el único culpable. Un estudio liderado por investigadores del Servicio de Radiología del Hospital del Mar y del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) acaba de revelar que hay más elementos implicados.

Gracias a imágenes obtenidas con resonancia magnética, han visto que hay determinadas zonas del cerebro de los niños obesos que presentan alteraciones si se comparan con niños de la misma edad con peso normal o sobrepeso. Los resultados del estudio los publica la revista Cerebral Cortex.

Estas alteraciones vinculan la obesidad con una patología cerebral similar al trastorno obsesivo-compulsivo, ya que las zonas del cerebro afectadas son las mismas que en este trastorno.

Obsesión por la comida

"La obesidad en general y, en particular, la infantil, se enfoca como un mal hábito y se señala a determinados alimentos como responsables, pero no es del todo así", explica el Dr. Jesús Pujol, autor del estudio y responsable de la Unidad de Investigación en Resonancia Magnética del Hospital del Mar.

Y es que, según ha podido detectar este estudio, hay una diferencia sustancial entre el sobrepeso y la obesidad en los niños.

  • El sobrepeso tiene más que ver malos hábitos, mientras que la obesidad encajaría más con "una enfermedad cerebral en forma de alteración funcional: es claramente una obsesión por la comida", apunta el Dr. Pujol.

El cerebro de los niños con obesidad

Los investigadores han podido comprobar que el cerebro de los niños que sufren obesidad presenta rasgos diferentes respecto a los que tienen un peso normal o sobrepeso.

  • Analizando imágenes del cerebro de 230 niños y niñas de entre 8 y 12 años (voluntarios del estudio BREATHE liderado por ISGlobal) con técnicas de análisis desarrolladas por el equipo del Hospital del Mar, han visto que hay dos zonas que tienen alteraciones y se encuentran hiperexcitadas.
  • Se trata de la corteza orbitofrontal y la amígdala, los centros que regulan las sensaciones de recompensa y de castigo y su relación con la parte del cerebro que regula las necesidades básicas como la comida y las emociones; y la corteza somatosensorial, donde el cerebro representa la imagen de nuestro propio cuerpo.

Similar al trastorno obsesivo compulsivo

Es la primera vez que se hace un estudio de este tipo en menores de edad y se documentan alteraciones en niños y niñas que sufren obesidad.

  • Estas alteraciones son iguales a las de las personas que sufren un trastorno obsesivo-compulsivo o la enfermedad de Parder-Willi (un trastorno genético poco común que provoca una sensación constante de hambre).

"El niño obeso es un niño que sufre mucho con su problema y con la idea obsesiva acerca de la comida. La comida no le tranquiliza, no la disfruta, solo le quita la ansiedad de forma parcial", explica Laura Blanco-Hinojo, investigadora de la Unidad de Investigación en Resonancia Magnética y firmante del estudio.

La obsesión por comer invade la mente del niño y lo vive de forma negativa, con sufrimiento, algo que no pasa en los niños con peso normal o sobrepeso.

Intervención terapéutica necesaria

"En el sobrepeso hay alteraciones cuantitativas que indican que el cerebro funciona diferente, pero en el caso de la obesidad ya entra en la categoría de patológico", explica el psicólogo Gerard Martínez-Vilavella, de la Unidad de Investigación en Resonancia Magnética del Hospital del Mar y participante del estudio.

Por ello "la intevención terapéutica es totalmente necesaria, no se puede dejar pasar", añade. Estos niños tienen hiperexcitadas ciertas zonas del cerebro, lo que les provoca una ansiedad constante por comer y una alteración de la percepción del cuerpo, magnificándola.

Los investigadores señalan que es necesario un abordaje multidisciplinar, teniendo en cuenta que estos niños se encuentra en un momento de formación de su personalidad y de las estructuras y conexiones neuronales.