Desinfectar los biberones con vapor, ya sea con un esterilizador o con agua hirviendo, es habitual en muchos hogares donde hay bebés.
El objetivo es eliminar patógenos y evitar posibles infecciones al niño, pero podría ser un gesto menos inofensivo de los que creemos.
Científicos de la Universidad Massachusetts Amherst (Estados Unidos) y la Universidad de Nanjing (China) han descubierto que la desinfección con vapor de las tetinas de caucho de silicona de los biberones expone a los bebés y al medio ambiente a partículas de plástico.
Efectos de los nanoplásticos en la salud
Todavía no se conocen bien los efectos de las partículas de plástico en la salud humana, pero la contaminación por estas sustancias preocupa, y mucho, a nivel mundial.
Vivimos rodeados de plástico y este material es capaz de descomponerse en diminutas partículas que pueden acabar en los alimentos, el agua que bebemos o el aire que respiramos.
- Estudios anteriores del mismo equipo de investigadores ya demostraron que los nanoplásticos –conocidos por contaminar los océanos, las aguas superficiales y las tierras–, podrían afectar al aparato digestivo de los seres humanos.
- Otro estudio liderado por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y el CREAF publicado en Science Bulletin demostró que los nanoplásticos afectan al microbioma intestinal en animales, lo que podría provocar alteraciones en el sistema inmunitario, endocrino y nervioso
La investigación se realizó en peces, pero los resultados podrían ser extrapolables a humanos.
Más riesgo en los bebés
Los bebés son el grupo de población más sensible a cualquier contaminante, incluidas las partículas de plástico.
Pero, ¿dónde están esos microplásticos que pueden afectarles de forma más directa? Convendría identificarlos para evitar riesgos en los más pequeños.
Sin embargo, "las técnicas convencionales son incapaces de detectar estas pequeñas partículas, y cuanto más pequeñas son las partículas, mayor es el efecto fisiológico", señala Baoshan Xing, uno de los autores del estudio.
Las tetinas de los biberones
La goma de silicona de la tetinas de los biberones se ha considerado siempre un material térmicamente estable, pero los investigadores notaron que sufre un envejecimiento después de repetidas desinfecciones con vapor.
Y es bien sabido que cuando el plástico envejece y se descompone genera microplásticos (partículas de menos de 5 mm) e incluso nanoplásticos (partículas de menos de 1 micrómetro).
El problema es que las técnicas tradicionales son incapaces de detectar partículas de menos de 20 micrómetros, que es aproximadamente la mitad del tamaño del grosor de un cabello humano.
Para salvar este obstáculo, los investigadores examinaron tetinas de biberones mediante una nueva técnica –microspectroscopía infrarroja fototérmica óptica (O-PTIR)–, que es capaz de analizar la composición y morfología de un material.
Y comprobaron los siguiente:
- El microspectroscopio reveló numerosos micro y nanoplásticos en forma de escamas o películas de aceite de tan solo 0,6 micrómetros, o 600 nanómetros, en las aguas de lavado de las tetinas de goma desinfectadas con vapor.
"Los resultados indicaron que a la edad de un año, un bebé podría ingerir más de 0,66 millones de microplásticos por la desinfección de las tetinas de los biberones", señalan los investigadores.
Más allá de los biberones
Las fuentes de microplásticos en el hogar derivadas de la descomposición de la silicona van más allá de las tetinas de los biberones.
Los autores del estudio sugieren que es probable que los utensilios para hornear, así como los anillos de sellado en tazas y aparatos de cocina, también produzcan partículas micro y nanoplásticas cuando se calientan a 100 ° C o más.
Obviamente, reconocen los investigadores, son necesarias más investigaciones para averiguar cómo afectan realmente estos microplásticos derivados del caucho de silicio tanto a la salud humana como al medio ambiente.
Pero ya sabemos que desinfectar con vapor las tetinas de los biberones puede generar este tipo de micropartículas. Y que los bebés son el grupo de población más sensible a los contaminantes.
Además, estos microplásticos pueden acabar en el mar a través del alcantarillado. Y su vida útil es muy alta porque no se descomponen fácilmente.
Los ingieren los peces, que a su vez nos sirven de alimento. Es una cadena que no se detiene. A no ser que nos propongamos en firme reducir el uso de este tipo de materiales.