Tu edad cronológica podría no coincidir con la edad real de tu cuerpo (edad biológica). Aunque tu DNI revele que tienes, por ejemplo, 50 años, en realidad podrías estar en un rango de 45 a 60 años. Según la Dra. Celia Gonzalo, experta en antienvejecimiento de Neolife, la edad biológica, que muestra cómo está tu cuerpo por dentro, es lo que realmente importa y, en su mayoría, depende de ti.
Muchas personas tienen un cuerpo que envejece más rápido de lo que debería para su edad, y esto se debe en gran medida a tus hábitos de vida: lo que comes, el ejercicio que haces, cómo duermes y cómo manejas el estrés. De hecho, se estima que el 70% del envejecimiento está relacionado con tus hábitos de vida, mientras que solo el 30% está influenciado por tus genes.
Cómo se mide lo envejecido que estás
El grado de envejecimiento de tu cuerpo se puede medir. Los científicos han desarrollado formas de medir la edad biológica (el grado de envejecimiento del organismo) analizando los cambios químicos (metilaciones) que ocurren naturalmente en el ADN a medida que envejecemos, unos cambios que se producen en momentos distintos en cada persona. Estos "relojes epigenéticos" han demostrado ser mejores predictores de la esperanza de vida y la salud que la edad cronológica.
La razón es que estos cambios químicos en el ADN son los que provocan que nuestras arterias, cerebro, páncreas y resto de órganos envejezcan. Hay hábitos que aceleran esos cambios y otros que los ralentizan.
Los factores que marcan tu edad real
La doctora Celia Gonzalo explica que existen una serie de marcadores biológicos que determinan lo envejecido que está tu cuerpo. Son los siguientes:
- El estado de tus arterias.
- La función pulmonar.
- El metabolismo, es decir, el nivel de lípidos como el colesterol y los triglicéridos, la glucosa o el funcionamiento del hígado.
- La grasa visceral por la inflamación que provoca.
- El sueño.
- La microbiota.
Los hábitos que más envejecen tu ADN
Los hábitos de vida pueden acelerar tu reloj biológico y provocar que en realidad tengas más años de los que marca tu edad cronológica. Son los siguientes:
No hacer ejercicio
Un estudio de la Universidad de California (EE. UU.) demuestra que las células de las mujeres que se mueven poco son hasta 8 años mayores que las de quienes hacen deporte.
Si tienes un estilo de vida sedentario y empiezas a dedicar 30 minutos al día a hacer ejercicio, como caminar a paso ligero, tu esperanza de vida puede aumentar hasta en 6 años.
El estrés
Un estudio de la Universidad de Yale sugiere que el estrés acelera los cambios químicos que se producen en el ADN a lo largo de la vida y que son los que provocan que nuestras arterias, cerebro, páncreas y resto de órganos envejezcan.
Los investigadores observaron que –incluso después de tener en cuenta factores como el tabaquismo o el índice de masa corporal– las personas que tenían niveles más altos de estrés presentaban marcadores de envejecimiento acelerado y cambios fisiológicos como una mayor resistencia a la insulina.
La resistencia a la insulina es uno de los marcadores de envejecimiento. Con la edad, el páncreas reduce su capacidad para generar insulina y los diferentes tejidos también pierden sensibilidad a esta hormona que transporta la glucosa a las células.
Los kilos de más
La obesidad contribuye a que nuestros órganos envejezcan más rápido. Por ejemplo, según un estudio americano, el hígado de una mujer de 90 kg es 3 años mayor que el de otra de 60 y de la misma altura.
Si tu índice de masa corporal (IMC) es mayor de 25, puedes empezar a tener problemas de salud. Para calcularlo divide tu peso en kilos entre tu altura en metros al cuadrado.
ver la TV más de 5 horas al día
Permanecer sentado frente al TV entre 5 y 6 horas diarias acorta tu vida hasta 6 años. Así lo revela un estudio publicado en el British Journal of Sports Medicine.
Huye del sofá e invierte tu tiempo de ocio en actividades más activas (visitar un museo, dar un paseo…).
el pesimismo
Científicos holandeses y americanos han visto que las personas que han sufrido depresión tienen los telómeros (la parte final de las células) más cortos, lo que acelera la muerte de las células y el envejecimiento del ADN. Este trastorno puede hacerte envejecer entre 7 y 10 años.
Hay herramientas que pueden ayudarte a superar los momentos difíciles, o al menos a reducir su impacto. No lo dudes y, si lo necesitas, busca la ayuda de un experto, psicólogo o terapeuta.
Comer hasta sentirte lleno
Si te ocurre, intenta cambiarlo y estarás ayudando a tu cuerpo a mantenerse más joven. ¿El motivo? La restricción calórica ralentiza el envejecimiento prematuro.
No se trata de reducir las calorías de forma drástica, ya que no estarías bien nutrido, sino de disminuirlas en un 20-30%. Se calcula que hacerlo aumenta la esperanza de vida.
fumar o ser fumador pasivo
Por cada diez años fumando, la piel envejece dos años y medio más, según la Sociedad Española de Medicina Estética. Pero eso no es todo: investigadores de la Universidad de Edimburgo han demostrado que la nicotina reduce el grosor de la corteza cerebral de forma acelerada, justo en la zona que afecta a la memoria, la atención, el lenguaje y la conciencia.
Si se deja el tabaco, nuestras neuronas se vuelven más eficaces y se reduce el riesgo de demencia.
Estar muy expuesto a productos tóxicos
Estas sustancias están presentes en el aire contaminado, en los plásticos que contienen bisfenol A, en las sartenes con PFOA, en los productos de higiene, en los cosméticos con parabenos... Favorecen el estrés oxidativo, el gran culpable de que se acelere el proceso de envejecimiento. Se generan grandes cantidades de radicales libres que provocan daño celular y favorecen enfermedades como el cáncer, la diabetes, el alzhéimer o la artritis, y agravan otras como el asma.
Procura, en la medida de lo posible, no exponerte a ellos. Utiliza recipientes de vidrio y no de plástico, opta por productos ecológicos cuando puedas, si vives en una gran ciudad intenta dar largos paseos por el campo el fin de semana, ...
¿podrías inflar un globo de un único soplido?
Si no lo logras, tu capacidad pulmonar no es la idónea. Y puesto que no hay buena oxigenación, hay más riesgo de depresión, obesidad, piel "triste" y envejecida...
Respiras bien si inspiras por la nariz y notas cómo se infla tu abdomen, no tu pecho. Así consigues llenar de aire tus pulmones por completo para proporcionar el oxígeno suficiente a todos los rincones de tu cuerpo. Siempre que te acuerdes, practica de manera consciente para acostumbrarte a hacerlo bien.