La incidencia del hígado graso no ha dejado de aumentar desde la década de los 80. Actualmente, se calcula que afecta a una cuarta parte de la población mundial y a la mayoría de los pacientes con diabetes tipo 2.
Esta enfermedad se había vinculado tradicionalmente al consumo de alcohol, pero también puede estar asociada al metabolismo. De ahí que la obesidad, la diabetes o unos niveles altos de colesterol y triglicéridos puedan ser la causa.
Ahora, un estudio epidemiológico a gran escala publicado en Journal of Hepatology sugiere que la exposición a largo plazo a la contaminación del aire aumenta el riesgo de sufrir hígado graso, sobre todo en aquellas personas que ya padecen obesidad central.
qué es el Hígado graso
La enfermedad del hígado graso se caracteriza por la acumulación excesiva de ácidos grasos y de triglicéridos en las células hepáticas.
Se trata de una enfermedad silenciosa que no provoca síntomas graves en su inicio más allá del malestar general, presión en el abdomen o pesadez después de las comidas. Síntomas que pueden pasar desapercibidos y que provocan que la enfermedad muchas veces no se diagnostique.
Si no se controla, la enfermedad del hígado graso no alcohólico puede progresar a enfermedades hepáticas graves como cirrosis y cáncer de hígado.
Estudios previos realizados en animales ya han demostrado que respirar contaminantes del aire puede aumentar el riesgo de hígado graso no alcohólico.
- Se ha observado que la exposición a partículas finas en suspensión (PM 2,5) puede desencadenar un cuadro similar a la esteatohepatitis no alcohólica (se infiltra grasa en el hígado), lo que altera el metabolismo del hígado favoreciendo la inflamación y la fibrosis (cicatrices) hepática.
Las partículas de 2,5 micras de diámetro o menos (PM 2,5) son una peligrosa mezcla de sulfatos, nitratos, amoníaco, cloruro de sodio, hollín entre otros.
Y son las más peligrosas para la salud porque son tan diminutas que pasan fácilmente de los pulmones a la sangre y a los vasos sanguíneos, causando inflamación y estrés oxidativo.
Enfermedades metabólicas
Los autores del estudio sugieren que la incidencia del hígado graso no alcohólico en las últimas décadas podría estar directamente relacionada con el aumento de la contaminación.
Basta fijarse en la gran industrialización que ha sufrido China en los últimos 30 o 40 años y observar cómo ha aumentado la prevalencia de esta enfermedad.
De hecho, ya se ha demostrado que la contaminación aumenta el riesgo de otros trastornos metabólicos como la resistencia a la insulina, la dislipidemia, la diabetes mellitus tipo 2 y el síndrome metabólico.
Pero en el caso del hígado graso no se había investigado todavía este vínculo.
Detalles del estudio
Los investigadores llevaron a cabo un estudio epidemiológico sobre el papel potencial de la contaminación del aire ambiental en el riesgo de hígado graso en aproximadamente 90.000 adultos.
- Se analizó información relacionada con los hábitos de estilo de vida y los antecedentes de salud obtenidos a través de entrevistas.
- Se evaluó el índice de masa corporal y se analizaron muestras biológicas (sangre, orina y saliva).
Al analizar los resultados, los investigadores comprobaron que la exposición a largo plazo a la contaminación del aire puede aumentar el riesgo de hígado graso, especialmente en hombres, fumadores y bebedores de alcohol, y en los que siguen una dieta alta en grasas.
Es como si la contaminación potenciara en el hígado los efectos nefastos del alcohol, de una mala alimentación o de la obesidad abdominal.
"Nuestros hallazgos se suman a la creciente evidencia de los efectos dañinos de la contaminación ambiental sobre la función metabólica y los órganos relacionados, en este caso el hígado", señalan los autores del estudio.
Faltaría ver si practicar ejercicio físico podría revertir los efectos negativos de la contaminación en el hígado. Es lo siguiente que pretenden estudiar este equipo de investigadores.
La contaminación como factor riesgo
Junto al alcohol, la obesidad, una dieta rica en grasas, la diabetes o el colesterol alto, la contaminación debería reconocerse como un factor de riesgo modificable de padecer hígado graso.
Los autores del estudio insisten en que habría que implementar planes de prevención en las poblaciones más expuestas a la contaminación y no solo insistir, por ejemplo, en una dieta saludable.