El humo residual es el que queda impregnado en el ambiente y tarda tiempo en eliminarse.
Está sobradamente demostrado que fumar es extremadamente perjudicial para la salud. También que los fumadores pasivos, aquellos que respiran el humo de una persona que está fumando, tienen más riesgo de sufrir enfermedades provocadas por el tabaco.
Pero, ¿qué ocurre con los residuos que quedan impregnados en el ambiente y en superficies interiores debido al humo del tabaco? Un estudio de 2020 liderado por los epidemiólogos y profesores de la Universitat Internacional de Catalunya José M. Martínez-Sánchez y Cristina Lidón-Moyano, junto con investigadores del Instituto Catalán de Oncología (ICO L'Hospitalet de Llobregat) y del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), apunta que podría ser igualmente perjudicial para la salud.
Y esto podría ser especialmente dañino para los niños pequeños que gatean o que se llevan objetos a la boca y también para los animales.
Humo residual y humo segunda mano
El estudio, publicado en la revista Environmental Research, ha concluido que las personas expuestas al humo residual del tabaco en el hogar podrían presentar niveles de cotinina cuantificables en saliva.
La cotinina es una sustancia química que produce el cuerpo después de haber estado expuesto a la nicotina.
Además, según el estudio, no se han visto diferencias en los niveles de cotinina entre los fumadores pasivos (inspiran el llamado humo "segunda mano" al estar cerca de alguien que fuma) y los que se exponen al humo residual.
Por ello, Cristina Lidón-Moyano, autora principal del estudio, ha explicado que "la exposición al humo residual del tabaco, que contiene más de 250 productos químicos, podría ser un riesgo para la salud comparable a la exposición al humo de segunda mano, que ha sido calificado como cancerígeno de tipo I por la agencia internacional de investigación en cáncer".
Cómo podría afectar a la salud
Faltan estudios para determinar cómo afecta exactamente el humo residual a la salud, pero el estudio de la UIC Barcelona sugiere, como decíamos, que podría compararse con el riesgo que corre un fumador pasivo.
Y los efectos del humo de segunda mano sí se conocen. Según la Asociación Americana Contra el Cáncer:
- El humo de segunda mano contiene los mismos químicos dañinos que los fumadores inhalan. Además, no existe un nivel seguro de exposición al humo de segunda mano.
- Esta demostrado que el humo de segunda mano causa cáncer de pulmón incluso en personas que nunca han fumado.
- También hay cierta evidencia de que podría aumentar el riesgo de cáncer de laringe, faringe, senos nasales, cerebro, vejiga, recto, estómago y mama.
- En los niños, probablemente esté vinculado al linfoma, la leucemia, el cáncer de hígado o tumores cerebrales.
Más allá del cáncer, el humo que inhala el fumador pasivo puede dañar la salud de muchas maneras:
- Afecta al corazón y a los vasos sanguíneos, aumentando el riesgo de ataque cardiaco.
- Perjudica especialmente la salud de los niños. Los que están expuestos al humo de segunda mano enferman más, tienen más problemas de oído y sufren más patologías respiratorias como bronquitis y neumonía, así como problemas de oído.
De hecho, los investigadores apuntan que los niños también podrían ser los más perjudicados por el humo que queda impregnado en el interior de las estancias.
"El riesgo del humo residual es especialmente mayor para los niños pequeños debido a comportamientos específicos, como por ejemplo gatear o llevarse objetos a la boca, y para los animales", advierte José M. Martínez-Sánchez, investigador principal del estudio.
Un estudio pionero
Martínez-Sánchez, que lidera y coordina el grupo de investigación sobre Determinantes de Salud y Políticas Sanitarias en UIC Barcelona, al que también pertenece la investigadora Cristina Lidón-Moyano, ha destacado la importancia de este estudio:
"Hasta el momento la mayoría de trabajos de investigación se han centrado en los componentes y concentraciones que persisten en las superficies después de haber fumado, pero hay muy poca literatura que utilice biomarcadores para cuantificar objetivamente la exposición al humo residual del tabaco en individuos", afirma.
"Por primera vez, nos hemos aproximado a la exposición de este humo residual en una muestra representativa de la población adulta", ha añadido Lidón-Moyano.
Obviamente, la solución radical al humo del tabaco, residual o no, pasa por dejar de fumar. Pero en opinión del epidemiólogo también habría que trabajar en varias direcciones: concienciar a los fumadores para que aumenten las medidas de higiene de manos y boca, especialmente si están en contacto con menores de tres años; y fomentar hogares libres de humo.
Y si se fuma en casa se debería "aumentar la limpieza del hogar para evitar la exposición entre los menores", concluye el profesor.