Los quistes renales son bolsas redondas de líquido que se forman en los riñones. Normalmente, se trata de quistes renales simples, es decir, quistes no cancerosos que no suelen causar daños ni complicaciones.
Por lo general, los quistes renales simples no causan signos ni síntomas por lo que en la mayoría de ocasiones, se descubren durante pruebas médicas que se realizan por otros motivos de salud.
Sin embargo, en algunos casos específicos los quistes renales pueden estar asociados con trastornos graves que podrían afectar la función renal.
El Dr. Marco Montomoli, Nefrólogo del Hospital Clínico de Valencia, nos cuenta todo lo que debemos saber sobre los quistes renales.
Las causas de los quistes renales
Todavía no se sabe exactamente cuál es la causa de los quistes renales benignos (simples). Se dan varias explicaciones posibles en las que el denominador común es un defecto en el túbulo renal, es decir, el lugar donde se forma la orina.
- Hasta hace poco se creía que ocurría por una debilidad en las paredes del esta zona. Parecía que a causa de este motivo se formaban unos divertículos y que, poco a poco, esos sacos se iban llenando de líquido, asumiendo una forma circular hasta ser excluidas del lumen tubular.
Sin embargo, actualmente se plantea que podría ocurrir por un crecimiento abrupto de las células del túbulo.
Factores de riesgo
Hay algunos factores que predisponen a tener este tipo de quiste como son el sexo, ya que son más frecuentes en varones, y la edad. De hecho, la probabilidad de tener quistes renales aumenta a medida que uno envejece.
- A los 40 años, alrededor del 25 % de las personas los tendrán quistes renales. A los 50 años, será alrededor del 50 % quienes los tengan.
También son factores de riesgo padecer hipertensión, ser fumador y haber tenido cálculos en ese riñón, así como la enfermedad renal crónica.
Síntomas: cuando los quistes se complican
Aproximadamente entre el 2 y 4% de los quistes renales simples pueden volverse sintomáticos debido a un aumento de tamaño. Esto, generalmente, suele ser un proceso progresivo y muy lento, pero a veces pueden alcanzar un tamaño de 7-8 cm o más.
También pueden dar síntomas debido a una complicación como infección, hemorragia o rotura. Cuando esto sucede, los síntomas pueden incluir:
- Dolor en el costado (es el más común).
- Fiebre alta.
- Molestias al orinar.
- Presencia de sangre en la orina (hematuria) si el quiste se ha infectado o se ha roto.
Diagnóstico y evaluación de los quistes renales
Debido a que raramente causan síntomas, los quistes renales suelen detectarse durante pruebas de diagnóstico por imágenes que se realizan por algún otro motivo.
Generalmente, los quistes renales simples no requieren tratamiento ni pruebas adicionales, al menos que estén causando síntomas o dañando la función del riñón.
Cuando esto sucede, antes de etiquetar un quiste de simple (benigno) o complicado se debe realizar una valoración mediante una prueba de imagen en la que los quistes se gradúan según una clasificación (clasificación de Bosniak) desde grado I (simple, benigno) a grado IV (maligno).
En el caso de un grado I, no precisa de ningún seguimiento porque la probabilidad que el quiste malignice es ínfima. Para los otros grados de la clasificación es necesario un seguimiento o una actitud aún más activa en el caso de los malignos.
En el caso de una lesión maligna, aparte de los síntomas típicos de una de las complicaciones del quiste simple, se añadiría la posibilidad de un síndrome constitucional (pérdida de peso, pérdida de apetito, malestar general) e incluso signos de deterioro de la función renal (que se detecta mediante una analítica básica de sangre) o alteraciones de la orina.
Tratamientos más habituales
Lo más habitual es que las complicaciones de un quiste benigno se puedan manejar de forma conservadora con tratamiento sintomático: control del dolor con analgésicos y la toma de antibióticos si hay infección.
- Si el tratamiento fracasara se puede plantear la escleroterapia, también conocida como ablación percutánea con alcohol. Consiste en la inserción de una aguja larga a través de la piel y dentro del quiste bajo guía ecográfica, proceder a su drenaje y rellenar después con alcohol para esclerosar el quiste.
En casos extremos se puede realizar la extirpación del quiste mediante cirugía laparoscópica, que requiere anestesia general.
En el caso de que el quiste sea complejo, dependiendo de sus características se realizaría o un seguimiento estricto mediante pruebas de imágenes periódicas (ecografía simple, ecografía con contraste, TC o RM) o se procedería a la eliminación del quiste.
Cuando el quiste es maligno
Si el tumor fuera maligno, el tratamiento dependerá del tipo de quiste, de su localización, si la lesión maligna es única o difusa (metástasis), entre otras variables.
En resumen, si el tumor tiene características de malignidad casi siempre se procede a la extirpación del tumor, además se realizaría un abordaje multidisciplinario entre Urología y Oncología para personalizar el resto del tratamiento y seguimiento según cada paciente.