Perder una o más piezas dentales a lo largo de nuestra vida no es algo extraño. "Todavía existe una parte de la población (por encima del 85%) que no acude a un dentista si no es porque tiene dolor o molestias bucodentales. Esta actitud provoca que en la mayoría de las ocasiones sea tarde para salvar una pieza dental o, al menos, con un cuidado más temprano, recurrir a un tratamiento más sencillo, menos invasivo y más económico", asegura el Dr. Malagón, odontólogo y ortodoncista y director de Ivan Malagón Clinic.
Sin embargo, el problema ya no es solo perder la pieza dental:
- Muchas personas optan por no reemplazar los dientes perdidos, sobre todo aquellos que ocupan los huecos menos visibles, sin ser conscientes del efecto en cadena que esto puede provocar, y no solo en la boca.
Un 85% acude al dentista cuando ya es demasiado tarde y no se puede salvar la pieza
- El motivo que provoca esta actitud, según Malagón, no es otro que "la falta de información y educación a nivel de salud. Una dentadura sana, completa, estética y funcional no solo es importante para la masticación o la pronunciación". Y el tema económico no es hoy en día una excusa, "existen muchas opciones y un amplio abanico de precios para reponer una pieza perdida", aclara el doctor.
a los adultos también se nos caen los dientes
No ocurre de un día para otro y la mayoría de las veces podría evitarse si se cogiera a tiempo. Iván Malagón nos explica cómo ocurre:
- Cuando se pierde una pieza dental, ya sea un diente o una muela, normalmente es porque anteriormente no se ha prestado atención al alineamiento y nivelación de todos los dientes en general,y el paciente ha estado sobrecargándolos durante muchos años precisamente porque no estaban bien alineados, de manera que llega un momento que se ha perdido tanto hueso y encía que el diente empieza a moverse y se cae.
Qué ocurre si no repones el diente
Las consecuencias son varias:
- Se dispara el riesgo de que pierdas más piezas: Desde el momento que sufres la pérdida, es fácil que otros dientes adyacentes también hayan perdido ese soporte periodontal, pero ahora tiendan a moverse incluso más rápido ocupando parte del espacio que ha dejado el diente ausente, y que pierdan incluso más rápido el poco hueso de soporte que les quede, con lo que es como un efecto dominó.
Cefaleas, visión borrosa o pitidos en los oídos pueden ser alguna de las consecuencias
- Masticas peor: Hay piezas como los molares y premorales que son primordiales en este sentido porque son los que realizan mayor presión a la hora de masticar. Por tanto, si pierdes alguno de ellos otras piezas tendrán que trabajar más. Esto puede originar desgaste, dolor, por no hablar de las consecuencias de una masticación deficiente.
- Más riesgo de gingivitis y periodontitis: Es más fácil que se inflame la encía o el resto de tejidos cercanos a la pieza perdida, elevando el riesgo de gingivitis y periodontitis.
tu salud en riesgo
- Tu salud cardiovascular también puede verse afectada. No olvides que unas encías enfermas son un "peligro" para tu corazón porque hay bacterias bucales como la Streptococcus gordonii que aprovechan la inflamación de las encías para atravesar tejidos y colarse en el torrente sanguíneo. Una vez aquí pueden provocar un doble efecto dañino: favorecen la ateroscleroris (endurecimiento de las arterias) y pueden llegar a lesionar las válvulas del corazón.
- Digestiones difíciles: ¿Sabías que la digestión empieza en la boca? Si no masticas bien (y puede ocurrir si te faltan piezas dentales) aumentas el trabajo que debe realizar el estómago cuando le llegan los alimentos.
- Más migrañas y dolor de cuello: la articulación temporomandibular sufre mucho cuando maxilares y mandibulares no están correctamente engranados. Esto puede provocar cefaleas, dolor de cervicales...
- Dolor de oídos, pitidos, visión borrosa o doble... La causa es la misma que en el caso anterior. La pérdida de piezas afecta al correcto funcionamiento de las articulaciones de la boca, lo que también puede repercutir en el oído o la visión.
Para concluir este repaso, el Dr. Malagón afirma que "la fuerza que el ser humano puede transmitir con cada masticación puede llegar a cientos de kilos y, si los dientes no engranan adecuadamente, todas esas cargas provocarán la pérdida dentaría a medio plazo y otros dolores y lesiones en el resto de articulaciones y músculos del cuerpo".