Esto es lo que te puede pasar si te aguantas las ganas de ir al baño

Reprimir habitualmente las ganas de orinar o defecar por falta de tiempo o porque queremos esperar a hacerlo en casa puede aumentar el riesgo de infecciones de orina, daños en el suelo pélvico, estreñimiento o hemorroides.

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Aguantar ganas de ir al baño
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Postergar mucho tiempo las ganas de ir al baño puede ser perjudicial.

Dr. Francisco Marin
Dr. Francisco Marín

Médico de Atención Primaria

Soledad López
Soledad López

Periodista especializada en salud

Aguantarse las ganas de ir al baño, tanto para orinar como defecar, es más común de los que creemos.

El temor a coger una infección en un baño público, la sensación de asco o el deseo de privacidad para hacer nuestras necesidades, provoca que algunas personas repriman tanto la orina como las heces, lo que puede tener consecuencias para la salud.

Esperar mucho tiempo para ir al lavabo cuando se tienen ganas de forma habitual puede provocarnos infecciones, hemorroides o daño en el suelo pélvico, entre otros problemas.

Cada cuánto hay que orinar

Retardar el momento de orinar porque estamos en una reunión de trabajo, dentro del coche, en el cine o atendiendo a nuestros hijos pequeños es algo que hace prácticamente todo el mundo y en principio no tiene consecuencias para la salud, siempre que esto suceda de forma esporádica.

Normalmente las mujeres pueden aguantar la orina más que los hombres porque no tienen próstata y su vejiga tiene mayor capacidad.

Se estima que las ganas de orinar aparecen por primera vez cuando la vejiga contiene 150 ml de orina, por segunda vez cuando contiene 250 ml y por tercera vez cuando ya hay 400-500 ml de orina. Deberíamos ir al baño entre el segundo y el tercer deseo de micción, pero tendríamos que ser capaces de aguantarnos en el primero.

Si bebemos el agua que necesitamos, lo normal sería orinar cada dos o tres horas. Postergarlo mucho más tiempo puede ser perjudicial.

Consecuencias de aguantar la orina

Estas son algunas de las principales consecuencias que puede tener aguantar las ganas de orinar:

  • Prolapso de vejiga. Estar sin orinar horas hace que la vejiga esté muy llena durante demasiado tiempo, con lo que pesa mucho más y aumenta el riesgo de prolapso, es decir, que la vejiga descienda hacia fuera.
  • Retención urinaria crónica. Aguantar con frecuencia las ganas de orinar también favorece el desarrollo de lo que se conoce como retención urinaria crónica. El músculo de la vejiga se debilita y pierde fuerza, con lo que no se vacía del todo y puede almacenar hasta medio litro de orina de forma habitual.
  • Infecciones de orina. Un excesivo almacenamiento de la orina aumenta el riesgo de que proliferen bacterias en la orina y se produzcan infecciones de orina o cistitis.
  • Vejiga hiperactiva. Este trastorno provoca una necesidad imperiosa de orinar difícil de controlar. Los músculos de la vejiga se contraen solos aunque el volumen de la orina sea pequeño y cuesta mucho aguantar la micción. Las causas pueden ser varias pero un vaciamiento incompleto de la vejiga puede contribuir a ello.

Riesgos de aguantar las ganas de defecar

Hay personas capaces de aguantar durante horas las ganas de evacuar hasta que llegan a casa porque no conciben ir de vientre en un retrete que no sea el suyo. Suele ocurrir más en los hombres que en las mujeres.

Es cierto que el organismo se regula y podemos acostumbrarlo a ir al baño en el momento que nos vaya mejor, pero no siempre es posible porque las rutinas pueden variar.

Algunas de las consecuencias que esta costumbre puede provocar son:

  • Estreñimiento. Aguantar las ganas de evacuar es una de las causas de estreñimiento. Al no ser expulsadas, las heces ascienden por el recto y se endurecen y resecan, dificultando su evacuación.
  • Hemorroides. El esfuerzo que hay que realizar para expulsar las heces debido al estreñimiento favorece la aparición de hemorroides y de fisuras anales.
  • Gases e hinchazón. La retención de las heces aumenta la proliferación de bacterias dañinas en el recto y provoca gases y sensación de hinchazón.