La neumonía es una infección que inflama uno o los dos pulmones. Son muchos los gérmenes que pueden provocarla y la mayoría son bacterias o virus que se encuentran en el aire.
Cansancio, fiebre, escalofríos, dolor en el pecho al respirar o al toser, tos con flema… son algunos signos que pueden alertarte de la aparición de una neumonía.
Es importante detectarla a tiempo para evitar complicaciones ya que, según las estadísticas, la neumonía se encuentra en el número 10 del ránking de causas de muerte más frecuentes en España y una de cada cinco personas que la padece tiene que ingresar en el hospital para recibir tratamiento.
El problema es que, a veces, los síntomas son inespecíficos y se confunden con los típicos de un resfriado o de la gripe.
Qué es una neumonía
La neumonía aparece cuando el tejido de los pulmones se inflama por culpa de una infección.
Debido a la inflamación, el oxígeno no pasa correctamente a la sangre, aparecen síntomas como la fatiga, y la respiración se hace difícil e incluso dolorosa. Además la neumonía provoca cansancio, malestar general, fiebre, escalofríos y tos productiva (con mucosidad).
Cómo saber si se complica una neumonía
La neumonía es la infección que produce un mayor número de ingresos hospitalarios, teniendo en cuenta que muchos de estos ingresos, alrededor del 10%, terminan en las Unidades de Cuidados intensivos debido a las complicaciones.
Por lo general, una persona con neumonía, comienza a mejorar después de tres a cinco días de haber iniciado el tratamiento. Empieza a sentirse mejor y síntomas como la dificultad al respirar y la fiebre empiezan a remitir. La fatiga y la tos persistente, aunque más leve, puede durar hasta un mes. Sin embargo, la mayoría de las personas son capaces de reanudar sus actividades habituales durante los siguientes siete días.
Cuando no se da esta mejora o los síntomas empeoran aunque haya habido una mejora inicial, podemos pensar que la neumonía se está complicando.
Algunos de estos síntomas son:
- Dolor torácico que empeora al toser o inhalar
- Respiración rápida o dolorosa
- Sudores nocturnos
- Pérdida de peso inexplicable
Las posibles complicaciones de una neumonía
Aunque muchas veces responde bien al tratamiento, en algunas ocasiones la infección puede complicarse por:
- Derrame pleural. Se produce cuando se acumula líquido entre la membrana fina que rodea los pulmones (la pleura) y la pared interna de la caja torácica.
- Absceso. El pus que se encuentra en los alveolos se enquista. En general, hay que prolongar el tratamiento con antibiótico.
- Infección generalizada. En los casos más severos, la infección pasa a la sangre y puede dar lugar a complicaciones realmente severas, como una meningitis.
Qué puede provocar una neumonía
Existen más de 100 tipos de microorganismos que pueden acabar causando esta enfermedad.
- La mayoría de neumonías en adultos son provocadas por una bacteria denominada Streptococcus pneumoniae, conocida como neumococo.
- Algunos virus como el de la gripe o el de la varicela e incluso hongos también pueden desencadenar una neumonía, especialmente en personas que tienen un sistema inmunitario debilitado.
- Muchas veces se debe a un cúmulo de factores. Así, una neumonía bacteriana puede aparecer por culpa de la propia bacteria o bien empezar por un virus que, después, se sobreinfecta porque entra en juego una bacteria.
cómo se diagnostica la neumonía
Ante un resfriado muy fuerte o una gripe que no se acaba de curar es muy importante que acudas al médico para realizar un correcto diagnóstico y descartar que sea algo más grave.
En vista de los síntomas, después de explorarte y auscultarte, probablemente indicará que te hagas una radiografía de tórax para confirmar el diagnóstico y, si es necesario, un análisis de sangre.
La radiografía permite al médico confirmar si se trata de una neumonía y, también puede orientar sobre el origen de la neumonía si es vírica o bacteriana. De todos modos, la confirmación solamente se realizar por cultivos de esputo o de muestras pulmonares enviadas a Microbiología.
En el caso de que el origen sea una bacteria, probablemente te recetará antibióticos para acabar con ella. En este caso el tratamiento antibiótico dura de 10 a 14 días.
Lo más habitual es que el malestar y la fiebre empiecen a mejorar entre 3 y 5 días después de iniciar el tratamiento. En la mayoría de casos, a los 7 días ya se puede recuperar el ritmo de vida normal, aunque es posible que la fatiga y una tos leve persistente se prolonguen durante bastante tiempo (un mes o incluso más).
Atención a las personas mayores
Los mayores de 65 años, los niños menores de 5 años, las personas con un sistema inmunitario débil y los fumadores son grupos con más tendencia a sufrir neumonía y, una vez curada, el riesgo de recaer es mayor.
Según un estudio coordinado por el CIBERSP (Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública), el 11,39% de los pacientes de 65 años o más que han sido hospitalizados por neumonía tienen que ser ingresados de nuevo durante los 30 días posteriores al alta. Normalmente el reingreso se debe a un empeoramiento de alguna enfermedad previa o a la aparición de una nueva patología.
Los factores que pueden propiciar la recaída son: vivir con una persona menor de 15 años, haber realizado más de tres visitas al hospital en los tres meses previos al ingreso, padecer insuficiencia respiratoria crónica, insuficiencia cardiaca o enfermedad hepática crónica.
Fisioterapia respiratoria para recuperarse de la neumonía
La fisioterapia respiratoria resulta muy útil para prevenir y tratar problemas del aparato respiratorio. Incluye tanto técnicas que aplican estos especialistas como ejercicios que podemos hacer en casa.
En la neumonía, cuando el alveolo se llena de pus y los pulmones se saturan de secreciones, la fisioterapia respiratoria puede contribuir a eliminarlas, así como a mantener las vías aéreas abiertas y mejorar el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono.
Hacer series de respiraciones profundas varias veces al día te puede ayudar a movilizar los pulmones para recuperar su capacidad. También te irá bien practicar la tos controlada.
Te conviene ser constante hasta que tu cuerpo elimine por completo todos los restos de la infección. Y, una vez superada, mantener la rutina de respiraciones te ayudará a mejorar tu capacidad pulmonar y a evitar recaídas.
La relación entre neumonía y salud intestinal
Las personas mayores tienen casi cinco veces más riesgo de ser hospitalizadas tras sufrir una infección por neumonía, y las tasas de mortalidad por neumonía pueden superar el 50% según el estado de salud de la persona y las enfermedades que sufra (hipertensión, diabetes...).
Según un estudio de la Universidad de Colorado, fortalecer el intestino podría ser una forma de reducir la gravedad de la infección en los pulmones.
Como decíamos anteriormente, la causa más común de neumonía bacteriana es la que provoca el neumococo.
"El neumococo normalmente se transporta en las fosas nasales de adultos sanos. Las personas con un sistema inmunitario saludable pueden vivir con él y no causa ningún problema", explica Holly Hulsebus, una de las autoras del estudio.
"Pero las personas con sistemas inmunológicos más débiles tienden a volverse más susceptibles porque su sistema inmunológico no puede controlar estas bacterias", aclara.
¿Y por qué en unas personas su efecto puede ser devastador y en otras no? La respuesta parece estar en el intestino. Cuanto más permeable sea, es decir, más microorganismos deje "colar" a la sangre, más riesgo hay de que las bacterias intestinales invadan los pulmones.
- "A medida que se envejece, se produce una respuesta inflamatoria más elevada, que luego induce al intestino a ser más proinflamatorio", señala la Dra. Rachel McMahan, profesora de la Universidad de Colorado y líder del estudio. "Eso hace que las bacterias potencialmente patógenas en el intestino se filtren hacia los órganos, y luego las cosas pueden ir cuesta abajo rápidamente", concluye.
Así pues, el culpable de la neumonía grave no sería solo el neumococo.Entrarían en juego otras bacterias del intestino que empeorarían la situación.