Tener una vida social activa es un estímulo para el cerebro.
Llevar una vida activa mantiene el hipocampo, que es el centro de regulación de la memoria del cerebro, joven. Dicho de otra forma: hacer ejercicio, mantenerse ocupado, hacer cosas nuevas y cuidar las relaciones sociales. y eso incluye cultivar las amistades, protege la memoria.
Pero, ¿por qué la vida activa tiene este efecto beneficioso en el cerebro? Una investigación alemana ha demostrado que el secreto está en que enciende y apaga los genes justos que hacen que tu cerebro preserve las aptitudes mentales en la vejez.
La genética no lo es todo
El ADN humano contiene miles de genes. Pero la genética con la que naces no es lo único que determina el funcionamiento de tu organismo o tu salud.
La capacidad para que ciertos genes se activen o desactiven es mucho más decisiva. Y se sabe que el paso de los años, pero también las condiciones de vida o incluso tu actitud, influyen en esa capacidad para activar genes.
Es la epigenética, el estudio de los mecanismos que regulan la expresión de los genes sin una modificación en la secuencia del ADN.
Partiendo de esta premisa, investigadores de la DZNE-Centro de Terapias Neurodegenerativas de la Universidad Técnica de Dresde analizaron cómo la vida activa influye en esa expresión genética concreta que ayuda a preservar la memoria.
Vida activa versus rutina
Para su experimento, el equipo de investigadores estudió a ratones que habían crecido en diferentes entornos. Un grupo de animales creció desde una edad temprana en un entorno rodeado de juguetes y tubos de túnel que les permitían corretear. El otro grupo creció sin estos estímulos.
Cuando examinaron el genoma de los ratones, vieron que los que habían crecido en un entorno estimulante, con la edad solo habían sufrido pequeños cambios químicos en el ADN. Sin embargo, en los ratones poco estimulados, estos cambios fueron mayores.
En realidad, lo que registraron los investigadores fueron los llamados grupos metilo que se adhieren al ADN. Estos cambios no afectan al gen en sí, pero sí influyen en que pueda activarse o no dando lugar a lo que se conoce como marcas epigenéticas.
Mejora la neuroplasticidad
Así pues, los investigadores vieron que en el ADN de los ratones viejos que habían sido criados en un entorno estimulado había menos grupos metilo (por tanto, habían sufrido menos cambios químicos). Es como si la actividad genética de esos ratones se hubiera mantenido, en cierto sentido, joven.
Y esto afectó a una serie de genes importantes para el crecimiento de nuevas neuronas y conexiones neuronales en el hipocampo, la zona del cerebro encargada de la memoria.
Conclusión: los cerebros de los ratones estimulados eran más plásticos, más maleables (los expertos hablan de neuroplasticidad) que los del resto de ratones de la misma edad pero que habían crecido con menos estímulos.
La neuroplasticidad es la capacidad que tiene tu cerebro de crear nuevas conexiones neuronales. Y es que no es tan importante la cantidad de neuronas como el número de conexiones entre ellas.
Cuántas más conexiones neuronales, más resistente será tu cerebro al paso del tiempo y mejor memoria, agilidad mental o capacidad de aprendizaje tendrás de mayor.
Por el contrario, el sedentarismo, la rutina, la apatía o el estrés reducen las conexiones neuronales porque no las estimulan. Y las conexiones que no se trabajan pueden acabar desapareciendo.
Resultados aplicables a humanos
Los autores del estudio están convencidos de que los ratones estimulados tenían un cerebro más joven de mayores porque habían sufrió menos cambios químicos en el ADN, y eso repercutía de forma positiva en la memoria.
Llegado a este punto, el neurocientífico Gerd Kempermann, uno de los autores del estudio, se pregunta si esto es aplicable a humanos:
"Es probable que en humanos la situación sea más complicada. Después de todo, se trata de cómo las condiciones de vida influyen en el comportamiento y la forma en que los humanos reaccionan a los estímulos externos, y esto es mucho más complejo que en ratones. Sin embargo, tenemos buenas razones para creer que los principios epigenéticos básicos son los mismos en humanos que en ratones".
Conclusión: llevar una vida activa mantiene, muy probablemente, tus genes y tu cerebro jóvenes.