Alerta por intoxicaciones alimentarias en verano: cómo cocinar y conservar los alimentos para evitar problemas

La intoxicaciones alimentarias a causa de alimentos contaminados son mucho más habituales en verano. Las altas temperaturas favorecen el crecimiento rápido de los microorganismos que son los causantes de estas infecciones que, según las estadísticas, tienen lugar la mayoría de veces en casa.

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Las intoxicaciones alimentarias provocan síntomas como dolor abdominal, vómitos y diarreas.

Maria T Lopez nutricionista
María T. López

Farmacéutica. Técnica en Nutrición y Dietética

Microorganismos patógenos o toxinas. Esos son los elementos que pueden estar "de más" en un alimento y provocarnos desde molestias gastrointestinales leves hasta una colitis o, incluso, un daño en los riñones.

Los síntomas, normalmente, son dolor abdominal, vómitos y diarreas y, a veces, fiebre. Hay que permanecer atentos, tal y como nos indica la nutricionista María T. López porque, si no es solo una febrícula, estos síntomas pueden estar avisando de un trastorno serio ocasionado por algún alimento contaminado.

Una humedad elevada y las altas temperaturas favorecen el crecimiento rápido de los microorganismos que son los causantes de las toxiinfecciones alimentarias que, según las estadísticas, tienen lugar la mayoría de veces en casa.

6 medidas para evitar la contaminación de alimentos

Piensa que un alimento contaminado no siempre presenta mal aspecto y por eso es primordial poner en marcha medidas de prevención.

  • Lo primero, manos bien limpias. Es el paso previo para que una bacteria ya presente no se extienda. Hazlo antes y después de manipular alimentos, y cada vez que cambies de tarea, 20 segundos con agua tibia y jabón e insistiendo en los pliegues. Y recuerda proteger cualquier corte.
  • Vigila con la contaminación cruzada. Mima todas tus superficies de trabajo pues los restos contaminados de un alimento pueden quedarse allí y pasar a otro producto que coloques en el mismo sitio.
  • Tablas: mejor tener varias. Límpialas y desinféctalas tras preparar cada alimento, sobre todo si tiene hendiduras por los cortes del cuchillo. Hazlo así: espolvoréala con bicarbonato y frota con una bayeta impregnada en jugo de limón. Luego, enjuaga bien.
  • Paños de cocina: lavar y tender rápido. Lava los paños con frecuencia a alta temperatura (más de 60º). Ponlos a secar rápidamente para evitar la multiplicación de cualquier microorganismo presente en ellos.
  • Los estropajos, cámbialos a menudo pues son un hábitat ideal para los gérmenes: allí encuentran humedad, calor y restos de comida.
  • Si usas licuadora, robot de cocina, exprimidor... desmóntalo y lava bien sobre todo las juntas de goma.

Dónde se esconden los gérmenes en los alimentos

Algunos ya están presentes al comprar el alimento porque 'viven' en el intestino de ciertos animales (aves, ternera, cerdo, crustáceos…); otros proliferan en tu cocina por una incorrecta manipulación.

  • Carnes poco hechas: pueden contener E.coli, Salmonella o Campylobacter. Deberías guardarlas a -5º hasta su cocinado y hazlas a más de 65º.
  • Conservas dañadas: si la lata está abultada o golpeada, quizá contenga la bacteria Clostridium botulinum. Deséchala y mejor no hagas conservas caseras en verano.
  • Otros microorganismos: la Escherichia coli 'coloniza' frutas y verduras, y tu nariz puede contener Staphylococcus aureus. Ojo al estornudar.
  • Virus: no tienen capacidad para multiplicarse en los alimentos, pero sí un alto poder infectante. Si están presentes, en la cantidad que sea, pueden originar una enfermedad.
  • Bacterias: si el alimento está en la nevera (entre 0 y 4º) se inactivan. Fuera del frigorífico, en tan solo 20 minutos se han multiplicado por 2.

El huevo, un caso especial

Cualquier preparación con huevo crudo o mal cocinado puede provocar salmonelosis. Si ocurre, los síntomas no suelen durar más de 7 días, pero en casos puntuales puede llegar a ser grave.

  • Compra los huevos con la cáscara limpia.
  • No los laves hasta que no los vayas a usar.
  • Cuaja bien las tortillas.
  • No uses la cáscara para separar la yema.
  • No lo casques en el bol donde los vas a batir.
  • Si no lo comes de inmediato, guárdalo en la nevera hasta su uso.

Más consejos para comer sin riesgos

No hagas grandes compras para no almacenar los productos frescos. Lo recomendable, por ejemplo, en el caso de la carne, es que la consumas en un plazo de dos o tres días desde que la compras.

  • Durante la compra, transporta en bolsas isotérmicas carnes, aves y pescados para separarlos del resto de alimentos. Elige las bandejas de carne que no contengan líquido, pero si la compras con él, introdúcela en otra bolsa más pequeña para que no entre en contacto con el resto de carnes y pescados. No tardes más de media hora en llegar a casa porque ese es tiempo suficiente para que cualquier microorganismo presente prolifere, y aumente el riesgo de contaminación, con lo que sería más difícil eliminarlos por completo durante el cocinado.
  • Pide que piquen la carne en el momento, puesto que si ya está picada las probabilidades de contener bacterias es superior, dado que la superficie de contacto con el exterior es mayor (y más porosa). Si no es posible y la compras ya picada, elige aquella que se haya conservado envuelta en plástico.
  • Al llegar a casa guarda los alimentos de inmediato en envases tapados y separando los crudos de los que ya están cocinados.
  • En la nevera, la temperatura óptima de refrigeración oscila entre 0º y 5º. Es conveniente no sobrecargarla (le costaría mantener la temperatura correcta) y colocar los alimentos separados los unos de los otros y de forma que no toquen la pared del fondo. Pon carnes y pescados en la parte inferior así, si gotean, no impregnarán ningún producto.

La preparación es importante

Hay productos que debes lavar a conciencia para eliminar o rebajar su posible carga bacteriana; otros, en cambio, no deben ponerse bajo el grifo.

  • Vegetales: Es preferible quitar las hojas exteriores de la lechuga y verduras de hoja verde (que son las que han entrado en contacto con la tierra y pueden contener más bacterias), luego separar el resto de hojas y dejarlas en agua con unas gotas de vinagre unos 20 minutos.
  • Carnes: No las laves antes de cocinarlas: si contienen alguna bacteria se diseminará por toda la carne o por la cocina.
  • Utensilios de cocina: Límpialos bien no solo antes y después de usarlo, también cuando pases a manipular otro producto.

 

Pautas a seguir durante el cocinado

Recuerda freír, hornear o hervir cualquier alimento por encima de los 70º para reducir riesgos. Sigue esta regla, sobre todo, con las carnes. Piensa que mantener esa temperatura al menos durante 10 minutos consigue destruir muchas de las bacterias que pudiese haber en un alimento fresco. Y siempre que el alimento lo permita, cocínalo a 80º o a 100º para asegurarte de que acabas con ellas y no hay riesgos.

Consúmelo enseguida una vez hecho porque si ha quedado algún microorganismo, en media hora ha proliferado. Recuerda que las bacterias proliferan mejor y más rápidamente en ambientes húmedos y a altas temperaturas.

La mejor forma de congelar y descongelar

Los microorganismos "dormidos" por la congelación pueden activarse al descongelar el alimento. Por ello, hay que ser muy cuidadosos con este proceso.

  • Guárdalos con rapidez para mantener la cadena de frío (preservarás su calidad nutritiva y organoléptica, pero también garantizarás su seguridad).
  • El alimento congelado debe mantenerse a –18º hasta el momento en que se vaya a consumir.
  • Si vas a congelar alimentos frescos, primero envásalos en tápers o bolsas de plástico herméticas de un solo uso. Anota la fecha para controlar qué productos consumir primero.
  • No vuelvas a congelar alimentos que ya has descongelado. Eso aumenta su riesgo de contaminación.
  • Descongela en la nevera –no fuera de ella– y en la parte inferior para que no gotee sobre otros alimentos.