El azúcar refinado provoca picos de azúcar y aumenta la sensación de hambre.
¿Te has preguntado por qué cuando empiezas a comer patatas fritas de bolsa no puedes parar? ¿o por qué no puedes resistirte al dulce y en lugar de un minicruasán te comes cinco? La explicación se encuentra en los aditivos o ingredientes que contienen estos alimentos, según alerta la nutricionista de Harvard Amy Shah. "Muchos alimentos que compramos contienen estos ingredientes alimentarios tóxicos que han sido alterados para provocar más hambre. Secuestran el cerebro para empeorar tus hábitos alimenticios y aumentar el hambre emocional", subraya la experta. Por eso aconseja a sus pacientes leer bien las etiquetas de los alimentos y evitar los siguientes aditivos.
Glutamato monosódico
El glutamato monosódico es un popular aditivo alimentario que se utiliza para potenciar el sabor, ya sea dulce, salado, ácido o amargo. Es tan potente que se considera el "quinto sabor".
El glutamato se añade a multitud de alimentos como las patatas fritas, los gusanitos, las croquetas precocinadas, las sopas o cremas procesadas, los productos cárnicos procesados, las salsas o las pastillas de caldo...
También se encuentra de forma natural en alimentos como el jamón, algunos quesos, las nueces, el salmón o la leche; aunque es el aditivo añadido el que puede generar más efectos adversos. La EFSA (European Food Safety Authority) establece un nivel máximo de ingesta diaria de 30 mg por kg de peso corporal de glutamato al día.
Este aditivo estimula el páncreas para que produzca más insulina, provocando una cascada hormonal que te hace sentir más hambriento.
"El glutamato se relaciona con la diabetes y la obesidad, e incluso se considera una excitotoxina, que puede provocar que las células cerebrales se sobreexciten sin control, lo que podría provocar la muerte celular", alerta la nutricionista de Harvard.
Harinas refinadas
En las harinas refinadas se elimina el salvado y el germen, lo que hace que se conserven durante más tiempo, pero también se eliminan vitaminas, minerales y fibra dietética.
Al eliminar la fibra, las harinas refinadas, sobre todo la blanca, elevan rápidamente los niveles de glucosa en sangre, lo que dispara la insulina.
La subida de la insulina explica por qué cuando comes alimentos con harinas refinadas (bollería, pan, pasta) puedes tener hambre al cabo de poco tiempo.
Azúcar refinado
El azúcar blanco actúa sobre el organismo de forma muy similar a la harina refinada. Aumenta mucho el nivel de glucosa en la sangre y luego baja en picado al poco tiempo, intensificando las ansias de azúcar.
"Cuando empiezas a comer azúcar puede ser difícil parar. El azúcar puede hacer que te sientas como si estuvieras bajo los efectos de una droga ya que crea una chispa de energía en tu cuerpo debido a la liberación de dopamina que produce", aclara la nutricionista.
Una de las peores formas de azúcar refinado es el jarabe de maíz alto en fructosa. Combinado con refrescos, zumos comerciales y otras bebidas, así como en alimentos envasados, altera el metabolismo. Hay evidencia científica de que este aditivo ralentiza la liberación de leptina, la hormona que indica que estás lleno.
Gluten
Amy Shah explica que una de las razones por las que el pan blanco te da más hambre es su contenido en gluten, una proteína del trigo que está presente en los alimentos procesados.
"En algunas personas el gluten puede ser altamente inflamatorio debido a sus propiedades similares al azúcar cuando se refina, y también es un irritante intestinal", apunta.
"Una buen consejo es evitar los productos que contienen gluten durante un mes. Observa cómo te sientes y si notas que no tienes tantos antojos es que el gluten podría abrirte el apetito", concluye esta experta.