¿Eres de los que esperas llegar a casa después del trabajo para, por fin, cenar en condiciones porque durante el día comes poco? ¿O, por el contrario, apuestas por cenas muy frugales basadas en comer algo de fruta o un yogur? Tanto si cenas mucho como muy poco, debes saber que no son el ejemplo, ni mucho menos, de una cena sana.
Si en algo están de acuerdo la mayoría de los nutricionistas es en el hecho de que no es bueno saltarse ninguna de las comidas principales, incluida la cena. Además, muchos hacen hincapié en que la cena ideal debe ser ligera. Pero no te confundas, esto no significa que deba ser escasa.
Cómo debe ser una cena sana
En una dieta que incluya 2.500 kcal, la cena debería representar el 25%, lo que suponen 625 Kcal. Ahora bien, no se trata solo del número de calorías que ingerimos, el quid de la cuestión es elegir el tipo de proteínas, grasas e hidratos de carbono más convenientes para incluir en la cena.
Esos son algunos ejemplos de cenas con platos ligeros y saludables:
- Pavo y verduras al horno con un punto de azafrán y, de postre, una nectarina.
- Calabacín relleno de espinacas y quinoa con mozarella. De postre, melón.
- Crema de calabacín, merluza a la plancha y yogur desnatado.
- Ensalada de rúcula y canónigos, tomates cherry, remolacha, zanahoria, huevo duro y tres o cuatro avellanas. De postre, un plátano.
- Un plato de verduras al vapor (acelgas, cardo... ) con tiras o dados de pollo. De postre, una pera.
- Revuelto de espárragos trigueros y un yogur desnatado.
Pero no solo hay que tener en cuenta el equilibrio de nutrientes. Hay alimentos que por sus propiedades específicas no convienen de noche. Una obviedad es el café, que por su acción estimulante dificultaría el sueño. Pero hay otros que no son tan obvios y que tampoco convienn, por ejemplo los alimentos especialmente diuréticos como las alcachofas porque nos despertarían de madrugada para ir al baño.